Cariño, vete a ver qué quiere. Yo no tengo pecho que darle. Así que, de nada sirve que me despiertes. Ya llega con que uno no pueda dormir.
No te preocupes. Mañana también, limpiaré yo la casa, plancharé y haré la comida. Que, aunque tu pecho no de leche, tus manos sirven para realizar las mismas tareas que yo hago a diario.
Vamos, sabes que yo no sé cocinar, y lo de la plancha siempre se me ha dado mal. Yo tampoco te he pedido nunca que te dediques al bricolaje.
Tienes razón. Yo nací aprendida, con una plancha debajo de un brazo, y una sartén en el orto, digo en el otro.
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