Concurso patrocinado por el Hotel Mar Menor de Santiago de la Ribera

martes, 26 de febrero de 2013

(296) La liberación de Eva

Me resultaba atractiva la idea de pagar por sexo, así que me “cubrí” con mis más cortos ropajes para salir a tomar un trago en cualquier mugrienta taberna. Con suerte, me toparía con algún dadivoso muchacho dispuesto a ofrecerme una buena hora de sexo desenfrenado por un par de billetes.

Al volver a casa, extasiada, pasé por el espejo de la entrada y me detuve al ver mi reflejo. Era curioso, ni el carmín derretido en mi cara ni las medias de rejilla rotas, fueron capaces de cambiar la imagen que tenía de mí misma.

Seguía sintiéndome una señora de pies a cabeza.

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