Llegó a casa hacia las 6 de la madrugada. A duras penas se aguantaba de pie, pero no quiso irse a dormir enseguida. Encendió un cigarro, el primero del día. ¿De qué día? Pensó, mientras se dirigía a la cocina. ¿Del que se iba o del que estaba a punto de empezar? Por el camino se quitó las botas, el mono y el casco y se quedó en ropa interior. Así, más ligera, notó como sus enormes músculos que habían estado trabajando sin tregua también se aflojaban. Se sintió reconfortada. De vuelta al salón, con una cerveza y el pitillo humeante entre los dedos, dedicó unos minutos a observar el cielo que ya era de color naranja.
No hay comentarios:
Publicar un comentario