El día en que me
dijiste “jamás te haría daño” arrojé mi
vida por la borda. Hoy, los restos de
aquel naufragio son sólo residuos de amor desperdiciado.
Voy pisando el eco fiable de mis tacones. Ahí,
frente al contenedor, desahuciada de dignidad, compruebo que
olvidé separar los trocitos en bolsas de colores.
¿ y ahora?… ¡me
costará tanto reciclarla!…
No hay comentarios:
Publicar un comentario