Siendo MUJER he cometido los mayores pecados ante los ojos de aquellos y aquellas que creen exacerbadamente en Dios y en el Diablo. He amado vorazmente a cuantos hombres y mujeres me han acariciado; he sido madre y he renunciado a serlo, eligiendo libre mi momento. Por ello, aunque pensaron que podía no ganarme el cielo, cuando llegué, Él me estaba esperando. Y aunque mi lugar en el mismísimo reino estaba asegurado, decidí, una vez más, guiada por mi inspiración femenina, que mi alma como mujer prefería la opción de reencarnarse una y otra vez.
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