Después de ausentarse regresó y descubrió que él se había atrevido a enfundarse diariamente como ella, después del trabajo, en el caos que se apodera del orden, en encontrar el brillo que duerme bajo el tiempo de un reloj que constriñe los momentos que suman el cansancio de los días sujetando el sueño del sentido:
nuestra casa será grande y nuestros niños con mascota correrán felices por un amplio jardín protegido, amparados por una mirada que cuidará cada detalle hacia el cariño.
Alba aunque cansada de ser el engranaje de aquella marcha soñada regresó, se descubrió prescindible, sintió que él y ella caminaban al mismo compás en aquella batalla imaginaria de lo que siempre todavía no era.
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