- ¿La mar, el mar? ¿Y si no tiene sexo como los ángeles?
Le susurra al oído
mientras recorre su entrepierna con dedos silentes, y un hueco se
abre en el pecho ansioso por herir al postrado tesoro esta noche.
“Retiro el
edredón de mi cama como si del sobre de una carta se tratara. Me
introduzco en tus sueños y me abrazas ávido por recorrer mi cuerpo.
Con lágrimas, y estos brazos hueros y torpes, te distraigo por mil
laberintos de aquellos labios heridos por mis dedos”.
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