Teresa cubría compulsiva con maquillaje aquellas señales dejadas por las manos furiosas de David. Sentía profunda la tristeza carcomiéndole, arrebatándole cada brizna de felicidad de su espíritu; ahora tan maltrecho como su faz pintada de mentira. Aquellos golpes recibidos socavaban su conciencia, martilleada por el recuerdo de las desesperadas advertencias familiares.
domingo, 24 de febrero de 2013
(254) Teresa
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