Anoche, mi marido llegó del trabajo, como muchas veces, muy tarde. No probó, siquiera la cena que le esperaba fría sobre la mesa. En su lugar me agarró desde atrás y me besó más apasionado que nunca. Se dedicó especialmente a hacerme lo que una vez deseé, esas caricias que nunca me hacía, a decirme cosas bonitas todo el tiempo. Me hizo el amor varias veces aquella noche, él disfrutaba de una manera inusual sobre todo porque no dejaba de decirme lo que me quería, que no podría vivir sin mi. Yo no contesté a nada, solo me dejé hacer y lloraba. Estando borracho no reacciona.
- Amiga, ¿Quieres poner una denuncia?
- No, déjelo. Mi marido me adora.
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