A Raquel
¡Qué placer, mujer!... Sentir el amor desde un amanecer hasta cierto anochecer u oscurecer; transcurriendo por determinado atardecer. Quiero tener poder para hacerlo muy bien mientras cavilo o razono (e inclusive concluyo) que tú eres mi única razón de ser. Debido a ello albergo-atesoro demasiada-bastante fe en Él. Me gusta creer que, algún día no lejano, juntos podríamos vencer al óbito cuando le dé la gana derrotando a este padecer, este fallecer, aquel padecer, otro fenecer. Río, sonrío, debido a todas tus aventuras sobre mucho “tío-vivo”. Ver llega a reconvertirse en agradable. Por eso ubico crecer ante Diosa, tras dialogarte acerca de retener y contener mis lágrimas entre humanoides. Esto se encuentra fiel. Volver a todo tren. Amén.
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