Abrí el cuento que acababa de regalarme mi madre. Cuál no fue mi sorpresa al encontrarme en la primera ilustración a todas las féminas de cuentos infantiles reunidas y con una pancarta que decía : “ Que no te cuenten cuentos”. Según iba avanzando, contemplé asombrada cómo mis princesas favoritas iban en vaqueros, camiseta y zapatos planos. La Ratita Presumida era la líder del grupo y Caperucita repartía octavillas. No querían ser “rescatadas” por príncipes insípidos ni una página más y se negaban a transmitir a las niñas semejantes valores de sumisión, falta de aspiraciones o salvación femenina a través de un beso. Sin duda el mejor regalo de una madre para su hija, pensé.
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