Ella no
hubiera necesitado aquella muñeca a la que parecerse. Ya puestos, tampoco
hubiera sido necesario aprender el doble para terminar siendo la mitad de
valorada. Hubiera preferido no haber necesitado estar siempre perfecta. Se ríe
al reconocer que no necesitaba demostrarle a nadie que era la más hacendosa o
la madre más abnegada. Nunca necesitó ninguna bofetada para saber cuál era su
sitio.
Hoy
sabe que lo que de verdad necesitó, fue de mucho coraje para dejar de ser lo
que todos creían que debía ser una mujer y empezar a ser simplemente ella.
No hay comentarios:
Publicar un comentario