-
Recuerde -dijo ella mirándole con gesto severo mientras él
distraído se tocaba la barba-, tiene seis días para hacerlo todo.
No descanse hasta el séptimo. No confraternice con las criaturas. No
cambie nada de sitio, cada cosa tiene su lugar y su razón de ser
¿Entiende?
Él
la miró y asintió aburrido.
-Y
lo más importante de todo: No olvide que nadie, absolutamente nadie,
debe saber que Yo existo.
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