Concurso patrocinado por el Hotel Mar Menor de Santiago de la Ribera

martes, 5 de marzo de 2013

GANADORES

PRIMER PREMIO

LA RECETA


El doctor receta para su depresión unos sobres de sueños, advirtiéndole que es ella quien debe rotularlos. Cada tarde, sentada con su marido, escribe: una casa grande, que María apruebe derecho, tener nietos... Vierte al zumo y revuelve las partículas oníricas, que forman una espiral efervescente y se disuelven. Bebe despacio, a sorbos, esperando que una lucecita de entusiasmo alumbre su mirada. Pero no mejora. Un día su marido duerme la siesta y se enfrenta dubitativa al sobre en blanco, intentando recordar la última vez que soñó sola. Al fin escribe con letra temblorosa: "ser capitán de barco", y bebe el sueño. Tras seleccionar cuidadosamente la tripulación, leva anclas e iza velas en su propio mar, bajo un nuevo cielo.
de Luz María Leira Rivas


SEGUNDO PREMIO

LA PRINCESA
Con un resoplido dejo caer la cortina, otra vez llueve. Tengo  que salir a recoger la ropa, se va a mojar. Vivir sin más compañía hace los domingos largos y pesados.
     Ojeo los libros de la estantería, encuentro uno de mi infancia; “La princesa”. “La princesa de la boca de fresa, la princesa está triste, ¿qué le pasará a la princesa?” La princesa, la princesa… La princesa vive en su torre, demasiado delicada, demasiado frágil, eternamente esperando a un fornido príncipe que acuda en su rescate. Demasiado princesa.
     Miro por la ventana, ha dejado de llover.
     Solo una última duda existencial, ¿qué te hace pensar que soy una mujer?
     Me llamo Manuel. Voy a recoger la ropa.

De Inés Vázquez Lucas



TERCER PREMIO

INDISCRIMINACIÓN

- ¿Y bien?, ¿por qué chica te has decidido? –quiso saber el marido.
- Por Andrew. Y no es una chica, obviamente.
Julián le había echado un vistazo a la lista de aspirantes al puesto de au-pair que ofertaban y sólo había encontrado un nombre masculino. Justo el que su mujer había elegido.
- Es de Liverpool, por lo que su acento le vendrá muy bien a los niños, y cuenta con las mejores referencias.
- Estupendo –se limitó a asentir Julián.
Y pasaron a comentar las noticias del día.


De Miguel Ángel Carcelén Gandía


viernes, 1 de marzo de 2013

(394) Curiosidades prematuras

Borja llevaba meses espiando a Clara al final del día. Escondiéndose detrás de los pupitres. ¿El motivo? La belleza de la madre de la niña lo tenía atrapado.  Podía percibir que la madre de Clara no era igual de vieja que su madre. Un día, la niña, algo harta, le hizo la zancadilla y, desde el suelo, le obligó a confesar su enamoramiento. Quedó perplejo al oírse decir que su madre era soltera. Jamás había conocido a una madre sin padre. ¿Cómo lo haría? Al volver a casa, no había nadie mejor que su madre para aclararle tal fenómeno: “los humanos nos juntamos porque nos queremos, no porque nos necesitemos para vivir. Se puede formar una familia sin pareja”.

(393) Bajo el yugo de un mundo machista

Desde los tiempos de los tiempos, la mujer ha sido menospreciada por el sexo contrario; incluso, en algunos momentos de la historia, por ellas mismas. Aun así han seguido adelante, luchando por equipararse al hombre y por obtener unos derechos que debieran ser imperativos al sexo.
Sobre las damas se han dicho cosas como que son débiles o que merecen menos que el varón, pero ¿por qué? Puede que algún tipo de complejo esté tras ello, pues la mujer es fuerte, valiente e imprescindible.
La fémina, resurge una y mil veces bajo el yugo de un mundo machista.
La hembra, no acepta rendirse y lucha, cual guerrera, por su familia.
La mujer, da la vida, incluso la de los hombres.

(392) Lógicamente, la odio

Cuando me miro al espejo, entiendo menos que nunca por qué mi mujer me quiere tanto. De entrada, se nota que soy mala persona por el párpado caído de mi ojo izquierdo. Por dentro no soy mejor; mediocre y resentido, no sé sino actuar contra los demás con una maldad rencorosa. Por simple odio hacia mí mismo, odio a todo el que me rodea. Y, más aún, a mi mujer que me quiere ciegamente, siendo yo tan despreciable. Cuando quiere acercarse a mí y decirme el buen fondo que yo tengo, me enciendo y sólo pienso en golpearla. Ella siempre me perdona.
Nunca quise ser un maltratador como mi padre, pero ahora comprendo sus razones

(391) Nuestra admirable María Isabel

Creció en el seno de una familia armoniosa de costumbres tradicionales y sencillas. Para los suyos personifica un tesoro incalculable. Fue, es y será (pongo la mano en el fuego) una persona absolutamente excepcional, que siempre da lo mejor de sí misma, lo cual es magnífico para los demás, porque Dios la dotó de maravillosas virtudes: bondad, dulzura, discreción, honestidad...
Para nosotros figura en lugar destacado de la lista de heroínas anónimas que hacen más habitable este mundo, al tiempo que ha sabido con esfuerzo, tesón y voluntad hacerse dueña de su vida. Combina perfectamente la inteligencia con la humildad y la delicadeza con la autoridad, por lo que resulta muy instructiva en su profesión educativa.
 

(390) Nasdra

En cuanto su madre salió de casa, Nasdra subió a su habitación y sacó la maleta de debajo de su cama.

Estaba prácticamente hecha pero faltaban los libros y bolígrafos que necesitaría en la universidad. Los metió.

Se calzó las botas mientras él la miraba, en silencio. Se abrigó y abrió la puerta de la vivienda.

Su padre se acercó a ella y le dio un abrazo. Después, con un rápido movimiento de muñeca, le quitó el burka. Allá adonde iba no le obligarían a llevarlo. Nunca más lo harían.

Nasdra le sonrió. Sin él, nunca podría haber pensado siquiera en realizar su sueño.
Reprimió sus lágrimas mientras miraba atrás.
Ésta sería probablemente la última vez que le vería.




(389) Lágrimas hambrientas

Con la calma de una edad diferente, buscaba frases que rellenasen aquel vacío con algo agradable.
Solo había incomodidad.
         Del hombre que nos había aterrorizado poco quedaba. Mi madre fue su ancla, él la nave, apenas rompió la cadena, se fue a la deriva.
          Si hubiese sabido que era la última tarde que veía a mi madre con vida, habría dilatado aquella jornada hasta convertirla en un momento casi eterno.
         Pero ella ya no estaba.
         Lloré junto a mi padre. Nuestras lágrimas tenían temperaturas distintas pero formaban la misma mancha.
Por un instante, aquel viejo abrió los ojos y me miraron con una luz que nunca habían tenido. Querían decir muchas cosas.
Yo no sabía si deseaba conocerlas.

(388) Respeto y sinergia

Así fue aquello. Le poníamos mantequilla a todo. Endulzábamos los vaivenes de la vida con azúcar glasé y levadura de maíz. El trigo no lo toleraba. Yo a veces estaba un poco avinagrada y le decía:
            ―Marcos, ¿por qué no más azúcar? ¿por qué no un paso más?
            Pero no había manera de que se comprometiera. Eran demasiados postres los que habíamos hecho juntos. Me di cuenta de que conocía todas mis recetas... y de que hubiera sido mejor haberme reservado un par de guindas como colofón a un proceso de simbiosis culinaria sin par. Así no tendría la impresión de haber llegado al final del pastel, y aún querría seguir escarbando por entre la mórbida textura del acariciar mis senos.

(387) El despertar de Emily


Contemplando un desolado páramo de Yorkshire, Emily permanecía inmersa en sus pensamientos. En su breve paso por este mundo no le había sido posible conocer el amor de un hombre y su alma pura no albergaba ningún sentimiento de odio ni venganza. Sin embargo en su imaginación se estaba forjando una historia de intensas pasiones y tan salvaje crudeza que desafió y soprendió a los críticos de una época en la que la mujer estaba muy limitada.

``Cumbres borrascosas´´, de Emily Brontë, es una novela que te atenaza el alma y te hace sufrir y pensar que el único amor posible es el que sienten Heathcliff y Catherine Earnshaw.

Un amor tan incomprendido como incomprensible fue la pluma que lo creó. La de una mujer dulce y sensible que, abriendo su caja de desbordadas emociones, se rebeló contra un mundo que no estaba preparado para el despertar del género femenino.

(386) El cambio

Hasta ese momento no existía en nuestro mundo mayor complicación que hacer un buen trueque con los cromos repetidos, encontrar las chapas más lisas o mejorar el emboque al gua con una canica.

Fue entonces cuando Teresa brotó en nuestro parque. De grandes ojos verdes que salpicaban de pecas sus pálidas mejillas y finísimos labios que podrían quebrarse al susurro de su voz.

La naturaleza de aquellos sentimientos desconocidos en nuestro interior nos impidió conciliar el sueño y, esa misma noche, el tiempo aceleró hasta dejar atrás nuestros corazones.

Y así, de forma súbita, dejamos de ser niños. Los juegos se convirtieron en competiciones por su atención. Los amigos en rivales. Y la infancia en pubertad.

(385) El hombre de mi vida

Debe ser un hombre normal.
No me preocupan sus características físicas.
Me gustaría que rechazara ver a un animal enjaulado.
No obstante, que sea un hombre fuerte, que sienta la fuerza de sus abrazos.
También debe tener atracción por la lectura, por autores como  Baricco.
Y sus manos suaves, con uñas recortadas.
Él debe ser un apasionado de la música clásica, por ejemplo, de Vivaldi.
Y de su fisonomía sólo me preocupa que sea algo más alto que yo.
¡Y el cine! Será un cinéfilo, amante de Begnini.
Y quiero también que sienta la necesidad de viajar a países como Italia.
¡Ah! Muy importante, es obligatorio que sea optimista.
Como he dicho… un hombre normal.

(384) Rapunzel feminista


Rapunzel preguntó al caballero que gritaba su nombre bajo la ventana:

¿Qué haces aquí?¿A qué has venido?”

Él, orgulloso y ufano de sí mismo, respondió:

He venido a salvarte desde un reino muy lejano. Te llevaré allí y nos casaremos, y seremos muy felices criando a nuestros hijos.”

Rapunzel, entre la indignación y la risa por lo que acababa de escuchar, le expuso muy claramente:

Yo no necesito que nadie me salve, mi pelo está creciendo y con él construiré una cuerda para salir por mis propios medios, y en cuanto a lo de vivir lejos, casarme y tener hijos...¡será si yo quiero!

(383) Tendida frente al vagabundo

Agitando con firmeza su enorme verga, aquel hombre le ordenó que se abriera para satisfacer sus deseos. Ella yacía inquieta frente a él, y, con un ligero ronroneo al principio y un rugido vibrante después, separó su húmeda intimidad y dejó paso, lúbrica e invitadora, a ese vagabundo poderoso, de barba poblada, que parecía irradiar luz desde la frente. Ya estaba dócilmente entregada. Él penetró en ella con todas sus fuerzas, hasta lo más profundo.
Cuando Moisés y sus tribus hubieron llegado a la otra orilla, la mar se cerró, impenetrable para los soldados de Faraón, que perecieron ahogados.

(382) El Reino Secreto

Afrodita se subió a la gigante paloma mensajera y huyó del reino de Hades. Cruzó ríos, montañas, árboles, bosques, lagos y manantiales, directa al sector oscuro. Más allá de la ausencia de luz, una explanada la esperaba y allí fundó el reino de la Luz, al que llamó Meligú. Los niños aprendían a buscar agua, a tomar el sol, a respirar aire puro. Escribían sus textos en hojas de bambú. Debatían, reían, soñaban y colaboraban todos, niños y niñas, repartiéndose las tareas del lugar y una asignatura muy especial llamada Respeto era el motor de sus vidas. Dicen que el reino se quemó por la imprudencia de un loco pero hoy Ro trabaja en su reconstrucción. ¿Algún voluntario? Razón aquí.

(381) Día a día

Termina de recoger la cocina y enseguida enchufa la plancha. Mientras se calienta elige un canal, casi al azar, el caso es mantener la cabeza ocupada. Siente molestias en la zona lumbar, y sabe que al final del día se tornará en dolor, todo provocado por todas las tareas domésticas que ha tenido que hacer.
Mira el reloj. Ya falta poco para que lleguen las niñas del colegio, así que deja de planchar y comienza a prepararles la merienda. Sabe que con sólo ver sus caras sonrientes olvidará el dolor de la espalda.
Suena el timbre y sale corriendo para recibirlas. Pero no son ellas, es su mujer, que ha llegado pronto hoy. Su mirada refleja amor.

(380) El cambio

Hasta ese momento no existía en nuestro mundo mayor complicación que hacer un buen trueque con los cromos repetidos, encontrar las chapas más lisas o mejorar el emboque al gua con una canica.

Fue entonces cuando Teresa brotó en nuestro parque. De grandes ojos verdes que salpicaban de pecas sus pálidas mejillas y finísimos labios que podrían quebrarse al susurro de su voz.

La naturaleza de aquellos sentimientos desconocidos en nuestro interior nos impidió conciliar el sueño y, esa misma noche, el tiempo aceleró hasta dejar atrás nuestros corazones.

Y así, de forma súbita, dejamos de ser niños. Los juegos se convirtieron en competiciones por su atención. Los amigos en rivales. Y la infancia en pubertad.

(379) Las palabras que me repitió mi madre

Ahora que tengo dos hijas que pronto dejarán de ser niñas, comprendo las palabras que tantas veces me repitió mi madre a escondidas de mi padre: Hijo, a mí me educaron mal, en la creencia de que, por ser mujer, debía conformarme con ocupar un lugar secundario en la vida. Era la educación de la época y con ella crecimos tu padre y yo pero algún día tendrás hijas y querrás que lleguen tan lejos como su capacidad les lleve. Recuerda entonces a tu madre y no dejes que los prejuicios de antaño les perjudiquen. Hazlo por ellas.

Y por ellas, y porque las quiero, les recuerdo con frecuencia que pueden llegar tan lejos como cualquier hombre.

(378) Interrogante


De vez en cuando la decadencia viste de etiqueta y

usa colonia cara que no disimula el olor a sudor.

Casi siempre se alza en medio de la noche, momento

álgido de las embestidas.
A veces, Andrea, cuando cierra los


ojos en un intento de evasión, repasa mentalmente los
lugares

en que ha sido feliz. Se pregunta por qué a

ninguno de esos hombres que huye de sí mismo buscando


un placer inmediato le interesa saber qué soñaba de niña


ni a qué se dedicará en cuanto pueda burlar al


destino con un corte de mangas. «Otro día más», piensa,

mientras sacude el alma y dibuja en el viento la

promesa de no perder jamás su dignidad.

(377) Todo es posible


Sus ojos miraban con ternura a los dos seres que acababan de nacer. En ese momento fue consciente de que daría su vida porque fueran felices, porque no carecieran de nada. Mientras se asían a su mano con la fuerza que da la vida, su mente soñaba qué serían de mayores: ¿Apagarían incendios?, ¿defenderían a inocentes?, ¿descubrirían alguna vacuna para la humanidad?, tal vez fueran artistas o quizás inventaran un artilugio que revolucionaría la sociedad. ¡Oh! ¿Quién sabe que haréis? les susurraba dulcemente a los bebes, que escuchaban reconfortados. ¡Podréis ser tantas cosas! Todo es posible. Pero lo más importante… lo más importante para ser feliz, es que nunca perdáis la dignidad porque cualquier ser humano, hombre o mujer, puede cambiar el mundo, únicamente tiene que creer en él mismo.

(376) El huracán Irene


Como un huracán, Irene pasó por las habitaciones llena de una rabia incontenible, destrozándolo todo. Se juró comenzar una nueva vida, sin insultos ni vejaciones.
Al llegar al portal pensó por última vez en su casa; la imaginó sucia, caótica y desordenada. En aquel instante, le sobrevino a la mente el convencimiento de que él se pondría furioso cuando volviera. De forma automática, Irene dio media vuelta, tomó el ascensor y subió de nuevo hasta el piso. Se apresuró a limpiarlo todo, con pulcritud, antes de que su hombre regresara.

(375) Doscientos mil


Imagina, por un instante, que cada mañana, al despertar, hallases doscientos mil euros, impasibles sobre tu almohada y aguardando tu incorporación al nuevo día. Así, sin hacer nada para ganarlos. Vuelve a imaginar, por si fuera poco, que pudieses hacer uso de ese patrimonio a tu antojo… podrías gastarlo, regalarlo, donarlo… Además, hicieses uso de ellos o no, serían repuestos al día siguiente. Menudo chollo, ¿verdad?
Pero he de confesarte, ingenuo soñador, que cada año, al despertarte, no encontrarás tal patrimonio; lo que todos los días encuentras son doscientos mil mujeres más en el mundo, dispuestas a dar lo mejor de sí mismas. Eso sí que es un tesoro.
Piensa bien, querido amigo iluso, cómo aprovechar tal riqueza.

(374) Nazaret


Nazaret enjabonaba con suavidad la cabeza de doña Adela. Los cuatro pelos de la anciana languidecían bajo el chorro del agua al igual que los pensamientos de la joven. El jefe se acercó y le susurró al oído: Menos champú  o no te renovaré. Entonces sintió la primera nausea, controló el asco, se acarició el vientre. Acompañó a Doña Adela hasta el tocador con la sensación del que pierde pie. El rostro cerúleo de Nazaret se reflejaba en el espejo. ¡Qué mala cara tienes!, exclamó doña Adela. La joven asustada se tapó la boca. De reojo miró a su jefe; permanecía  vigilante junto al ordenador. No estarás… El ruido del secador encubrió   la voz, ocultó  la esperanza.

(372) Superhéroes


Emilio se impresionó al entrar en el hospital. Aunque le habían explicado que la abuelita estaba mala, al verla rodeada de cables pensó que parecía uno de esos robots que salían en los tebeos de superhéroes.
¿Heroína? Mamá decía que la yaya fue capaz de sacar adelante a tres niñas-el abuelo murió joven, en la guerra-, llevando una vida de abnegada dedicación, desvelo y sufrimiento callado con un único objetivo: que sus hijos tuvieran una vida mejor que la suya.
Con el eco de aquellas palabras en la cabeza, Emilio cogió su cómic de Superman y, tras escribir algo en la portada, lo dejó en el regazo de su abuela.

“PARA LA ABUELA. PORQUE HAY SUPERHÉROES QUE NO LLEVAN CAPA”.

(371) Y al final ella consiguió llorar


Lágrimas ardientes se derramaban sobre sus manos dejando círculos de fuego. Su malherido corazón latía con fuerza. Notaba las heridas mal cicatrizadas pulsar con violencia. El recuerdo de un millón de puños sobre su piel. Amor vacío le pesaba en las manos. Decidió que no más y arrojó al suelo su miedo e inseguridad. Sonó como cristales rotos. Él se asustó y susurró el te quiero menos convincente de la historia, tratando de retenerla, de manipularla. Pero ella era más fuerte. Se alejó haciendo resonar sus tacones y él la observó con incredulidad atravesar el umbral de la puerta. No creyó que fuera capaz. De pronto se sintió débil, insignificante sin ella. Pero ya era demasiado tarde. Se había ido.

(370) Gustavo Llora


Gustavo llora desconsoladamente. Está soltero y se acaba de enterar que está embarazado. De la madre de la criatura que lleva en sus entrañas solo tiene un recuerdo: unos vaqueros raídos y sucios que encontró una mañana en el pasillo de su casa.

            Gustavo llora porque no sabe qué decirle a sus padres, a sus hermanos, a sus amigos… Le preocupa su trabajo y piensa que no dirá nada, que ya se encargará de avisar su barriga. Le angustia pensar cómo criar a un niño estando solo, sin ningún tipo de experiencia, sin quererlo.

            Pero puede, y lo cría. Un niño que nació de su padre. Porque su padre es su madre… ¿Puede un niño ser más afortunado?

(369) Yo, Bombero


Acabó el día cansada, derrotada y tremendamente triste. El incendio había provocado la muerte de un matrimonio y la casa había quedado totalmente calcinada. Sin embargo, un sentimiento contradictorio de orgullo le vino a su mente, pues ella, la primera mujer bombero de su ciudad, había salvado a dos niños de 7 y 10 años.
Cogió el teléfono con la intención de llamar a su padre y contarle lo sucedido. Él era un bombero retirado y siempre le decía que cuando no pudiese levantar una viga y, por su culpa, alguien muriese,  se daría cuenta de que ser bombero no era un trabajo para una mujer. Pero no llamó, los hechos ya habían hablado.

(368) La pintora y el escultor


Regresó el Escultor de su jornada de cincel, las manos magulladas y el cuerpo exhausto, y dejó su obra sobre la mesa junto al caballete donde la Pintora se divertía salpicando el lienzo de colores. La mujer contempló como el hombre mostraba su trofeo con cierta arrogancia pero sin perder la sutil actitud de respeto con que siempre la trataba. Frente al poder de destrucción y creación del Escultor, la Pintora poseía un poder de alegría y viveza que a él le sobrecogía. Sonrío la mujer al mirarle, acarició sus ásperos cabellos y decidió hacerle un regalo: durante el resto del día y hasta que el sol se ocultara, le dejaría creer que era el amo del mundo.

(367) Carga a 200…apartad… ¡fuera!


Ocúpate de tu casa y de tu futuro marido, decía su abuela. Hazte peluquera que siempre tienen trabajo, le recordaba su madre. Métete a camarera, que siempre habrá alguien que ahogue sus penas en un bar, murmuraba su tío. No entrenes para competir porque el deporte femenino está olvidado en este país, importunaba su padre. Pero Ana nunca hizo caso a las opiniones de los demás y formó la suya propia: Conviértete en lo que ames y hazles cambiar de parecer. Tras muchos años y esfuerzo, a base de bisturí y desfibrilador, consiguió hacer de la medicina su vida y realizar una cirugía radical a las mentes aun ancladas en el pasado que la rodeaban.

(366) Y por qué no


Elisa siempre pensó que detrás de cada gran hombre no había una gran mujer, sino que ambos se complementaban en la misma medida, que nadie tiene que estar por delante de otro y menos cuando el criterio distintivo es un cromosoma. Que las mujeres pueden enfermar igual que los hombres, y que de hecho, han estado siglos sufriendo las dolencias de una enfermedad crónica y degenerativa como es la discriminación, el machismo. Aun así se han repuesto, y quizás las fuerzas que han tomado para superar las barreras impuestas son las que las hacen perfectamente competentes, y por qué no, incluso mejor preparadas para según qué funciones en la sociedad. Para todos es igual, respetar.

(365) Adiós


Me hiciste morir cada vez que no pensaste en mí, que silenciaste mis besos en otros labios, que me amaste en otros cuerpos, que olvidaste mi nombre al recitar otros versos.
Me arrancaste el alma cuando ignoraste las veces que, sin herirte, me arrodillé ante ti para evitar tu ira. Cuando respondí con el silencio a tus golpes. Cuando oculté el dolor de tu desprecio marcado en mi piel.
Por eso, ahora, aferrada a unos ojos extraños que me miran con ternura, a pesar de que acabas de matarme, por fin me siento libre.

(364) Orgullosa de ser mujer


Aún me pregunto cómo lo hiciste. En los años veinte, cuando aún la mujer no era más que alguien que acompañaba a su marido allá donde él quisiese ir, haciendo sólo lo que él le permitiese hacer. Apartaste de tu vida a quien no te aportaba nada aún sintiendo que siempre sería el amor de tu vida; trabajaste día y noche para hacer de tus tres hijas mujeres valientes y libres; colmaste con todo tu amor a los que tenemos la suerte de ser tus nietos; marcaste un antes y un después en el mundo...
            Gracias a ti me siento orgullosa de ser parte de la persona más valerosa del Universo, me siento orgullosa de ser mujer.

(363) Ponte en mi lugar


Hay tópicos que siguen sonado y resultando tan familiares como hace años. El que una madre quiera educar a sus hijas en  tareas del hogar mientras sus hijos, los que tanto necesitaron para nacer y crecer, de ella, se encuentran mal sentados en el sofá, no es nada raro.
     Sus hermanas no podían comprender porque su madre les dejaba estar así mientras ellas se rompían las uñas fregando de rodillas.
     Una de ellas se reveló, tomando el mando de la casa y haciendo que sus hermanos participaran en las tareas del hogar.
     A la mañana siguiente todos valoraron tanto el trabajo de las chicas, que su comportamiento era distinto, solo hizo falta estar en su lugar unas horas.

(362) La casa del páramo


En el páramo hay una sola casa.
Un hombre y un mujer discuten,de ella nacerá un hijo que vivirá en la casa del páramo.
Sus otros hijos juegan con un perro en el páramo, junto a la casa.
La mujer pare una niña muy pequeña, el hombre  pasa todo el día lejos de la casa del páramo, trabajando.
La comida no es suficiente para la madre y su leche tampoco lo es para su hija.
Fue el hombre quien enterró a la niña a pocos metros de la casa del páramo.
El perro escarba la tierra buscando el cadáver.

(361) Una mujer liberada


Amanecía. Fluyendo por la estancia el aura de Peonia me encontré con Adán.  Iba desnudo como yo por la avenida de la playa.
Ya había experimentado estos momentos de éxtasis lúdico cuando experimentado mi libertad e igualdad
con el hombre, yo era Eva. En un jardín de paraísos.

(360) Un principio nuevo


Le toco. No sabía la suerte que había tenido. Nunca pensó que podía ocurrir, pero le toco el primer premio de la lotería primitiva. No se lo podía creer. Nunca le había tocado nada en la vida. Bueno, realmente mentía, si le había tocado. Ahora era ama de casa, esposa, madre, hermana e hija. Nunca imagino este momento después de llevar trabajando 12 años, pero había llegado de la noche a la mañana en este momento de crisis. No lo llevaba mal, pero había días que estaba agotada. Disfrutaba cada uno de los momentos del día porque no sabía lo que depararía el mañana. Por fin podría disfrutar un poco más, preocuparse un poco menos. Le había tocado la primitiva.

(359) Sin precio


-“[…]Efectivamente, sus condiciones laborales se han resentido tras la fusión. Pero ambos conocemos el valor de un trabajo fijo hoy en día[…]”

  Ella le sostenía la mirada que él ocultaba tras las gafas de sol, absurdas en la penumbra del Despacho.

-“Además, entre tú y yo, ¿A dónde va a ir una mujer sola, con hijos en paro y  cincuenta años? Anda, no hagas tonterías”.

 La mujer consideró la contundencia de los argumentos.
 Y girando 180 grados sobre su tacón izquierdo, salió del palacete.
 Sin titubeos. Sin mirar atrás. Sin indemnización. Sin derecho a paro.

 El tímido sol invernal le parecía insólitamente brillante. Lo era; casi tanto como la amplia sonrisa que resplandecía en su rostro y en su corazón.


(358) Su primera vez

Al despertar y sentirse mujer, presa de sus miedos, sonrió.

(357) Piel y esparto. Lana y seda


La igualdad tan esquiva; un todo qué la aleja; a pesar…manantial, torrente incontenible.
De tanto quererla, tanto, sueños, dudas, versos, prosas, realidad y vida.
Muy lejana, una lira acompaña un sentimiento a la espera de la vibración final, unidos alma y cuerpo.
Atardece la igualdad cual jazmín perfume; brisa de vega y mar; olor a todo; tierra y aire. Me/nos falta algo.
¿Cómo entender la vida, destruida tan al alba? Y cual crepúsculo de sensaciones, una pluma perdida, contempla y calla hiriente realidad, sin luchar por ella.
Ayunos de amor, días y tardes para encontrarla. Él y ella, ella y él,  no ponen las diferencias. Por qué fue solo amor. Con el amor, la igualdad  tan extrañada, abrió sus puertas… 

(356) Ser mujer hoy


Ser Hombre o mujer debe ser lo mismo,  SER MUJER HOY es aquella que sin olvidar que hace menos de 40 años en España no podían tener una propiedad, ni conducir un coche, ni dinero ni libertad, ni pensar ni opinar, no menosprecian  sus derechos, ya no son yeguas de cría como antaño , deciden cuando tener descendencia, en el momento que pudimos decidir fue cuando realmente avanzamos como seres individuales, ahora somos capaces de amar sin tildes ni restricciones, una mujer es capaz de dirigir un país o un ejército siempre que ella quiera, tiene la capacidad y la fuerza de voluntad de decidir que puede  anteponer  a sus necesidades sus aspiraciones  profesionales o de la índole que sean. 

(355) Tienes suerte


"Eres el principio, el inicio, el clímax, la vida, el paño de lágrimas, la guardiana, la senda, las noches en vela, el sustento, la mano que acaricia y consuela, el día a día, la que renuncia a sus sueños y la que consigue lo que se propone, la que se hunde y la que se ve recompensada, eres todo durante unos años y después lo sigues siendo en la sombra, eres feliz y desgraciada, eres hermosa seas como seas, estas sola y rodeada, eres la contradicción y la solución.....tienes suerte, eres mujer ¿ que más se puede pedir?"

(354) La mujer

A una mujer puedes decirle que la amas;puedes decirle que deseas pasar el resto de tu vida a su lado;pero si no
 
le demuestras que sus opiniones son tan a tener en cuenta como las tuyas;que su trabajo es tan digno como el tu-
 
yo;que tu consideración hacia ella es tal como te consideras a tí mismo;dudo que la ames,ni que algún día llegues 
 
a amarla.Pues el verdadero  amor parte de la premisa de que todas las personas somos igual de dignas.

(353) La recompensa


Eva se dirige hacia la sala de reuniones con un nudo en el estómago, ninguna de las técnicas de relajación que sabe le ha ayudado hasta el momento. Entra y mira a su alrededor: corbata, corbata, corbata… Esto va a ser más difícil de lo que pensaba –piensa para sí. Sus tacones resuenan en la habitación mientras se acerca a la única silla vacía en la sala, la que queda junto al proyector. Conecta su ordenador y comienza con la presentación. A medida que avanza en la exposición los latidos de su corazón aminoran el ritmo, empieza a tener la situación bajo control. Al terminar sólo obtiene una respuesta: el silencio. Eva está sonriendo.

(352) La socorrista


   Aprendió a nadar antes que a andar. Siempre estuvo a gusto en el líquido elemento, tanto, que cuando creció, decidió hacerse socorrista.
   Aunque era la mejor, no ganaba lo mismo que sus compañeros, pero como le gustaba mucho su trabajo, nunca protestó.
   Un día de mar furioso, se lanzó al agua heroicamente para rescatar a una persona que curiosamente, había sido la encargada de establecer los sueldos de los socorristas. Cuando éste supo que le había salvado la vida una mujer, se dio cuenta de la injusticia tan grande que había cometido. Dejó su cargo avergonzado, no sin antes equiparar los sueldos de hombres y mujeres, entendiendo al fin que ambos eran igualmente válidos. 

(351) Decálogo para ser feliz


Dime si lo hago bien; también si lo hago mal.

Háblame de tus preocupaciones; yo te contaré las mías.

No permitas que me hieran; yo tampoco toleraré que te hagan daño.

Sonríe, llora, grita... ¡haz lo que te apetezca!

Sueña; si lo deseas, puedo participar en esa fantasía.

Camina hacia adelante. Cuando quieras, puedes regresar, torcer, cambiar el rumbo...

Comparte. Siempre hay alguien al que puedes hacer muy feliz.

La palabra “NO” puede formar parte de tu vocabulario.

Un mínimo gesto puede cambiar el mundo; por lo menos el tuyo.

Sé tú misma... ¡me encantas! (y si no fuera así, peor para mí).


(350) La mujer


La vio cruzar la calle en rojo, taconeando con prisas sobre las rayas blancas del paso de peatones. Su atuendo iba a conjunto con la infracción: zapatos rojos, gabardina roja, paraguas rojo. Cuando él le dio una pitada, ella giró la cabeza en su dirección y estiró sus labios rojos con una sonrisa enigmática.

El conductor dudó unos segundos si interpelarla. Llevaba mucho tiempo solo. Su anterior pareja le había dejado hacía casi dos años y, desde entonces, su apartamento era una cochambre.

Fue entonces cuando recapacitó, regañándose a sí mismo. Pisó el embrague y continuó su ruta sin desviar la mirada. Había sido incapaz de imaginarse a la mujer de rojo con las bolsas de la compra. 

(349) Adiós sin el corazón


Cuando a Eva se le acabaron las lágrimas decidió poner fin a su matrimonio. Con la cabeza alta y el paso decidido, se dirigió al dormitorio, abrió el falso cajón junto a la cama de matrimonio, empuñó la pistola, y sin vacilar enfiló hacia el salón. Se situó a menos de un metro, y sin pestañear descerrajó un único, certero e inapelable disparo entre pleno corazón. Era el último favor que le hacía a su marido. “A fin de cuentas un cuadro con una historia detrás se vende mejor, que se lo digan a Cela y a su Miró rasgado”. Dejó el arma aún humeante y se marchó con lo puesto. Para el viaje de la libertad no necesitaba alforjas.

(348) La escalera


Él,
tragó saliva, y la sintió bajar por su garganta como si de esparto se tratase. Miró al  cielo, fantaseando con una cuerda por que la subir y escaparse. Paseó el dorso de la mano por su frente, para impedir que el sudor le llenase los párpados, y así, no se mezclase con las lágrimas de las viejas eras. Buscó esa mirada inevitable.
Ella,
estaba al otro lado de sus ojos, tras siglos de desentendimiento y miedos, y se materializó, por fin, como el gemelo larguero natural, que en paralelo a él, impávidamente, sostendría cada travesaño de la escalera, la misma que, paso a paso, les alcanzaba sus sueños, alejándoles de la oscuridad.

(347) Excedencia


Desde que dejo el trabajo en aquel periódico, hacía poco más de un año, se dedicaba a jornada completa a ella. Uno de los dos tenía que hacerlo. El maravilloso motivo se llamaba Eva. Ahí entre sus brazos sentía una dicha inigualable. Podía estar horas y horas así acompasando su respiración  con la suya. Simplemente mirándola, sintiéndola, envolviéndola y acurrucándola con su amor. ¡Qué maravillosa sensación! Oyó la puerta que se abría. El bebé dio un ligero respingo y abrió un momento los ojos sintiendo la presencia que llegaba. - Es mamá - le dijo suavemente - que ya ha terminado de trabajar.

(346) Aesido


Penélope avanzaba segura hasta detenerle, con medio gesto se envolvía de su pierna y la lanzaba de nuevo. Le gustaba cuando él rozaba la parte de atrás de su rodilla. Ulises esperaba lo necesario, hasta verla sonreír de reojo. Bailaban en la plaza los domingos rodeados por la gente del pueblo. Ya no eran unos desconocidos, había pasado casi un año desde su llegada, pero los vecinos seguían hablando. Las mujeres miraban a Penélope sin esconder asombro u ofensa. Nunca dejaba indiferente. Lo habían comentado con familiares, con el alcalde, con el cura. Cierto es que sabían poco, pero si de algo estaban seguras era de que en el Tango siempre es el hombre el que lleva a la mujer.

(345) La venganza


Ella encargó un retrato de su agraciado esposo, al que un tiempo después por venganza emparedó vivo. La hacienda de la Coronela guardó el secreto del alma errante. Hasta hoy.

(344) El comienzo de una vida


Mariana tiene setenta años y hace una semana que se ha quedado viuda. Este fatídico hecho no ha sido otra cosa que un respiro para ella, que ha pasado media vida a la sombra de su marido siendo víctima de un continuo maltrato psicológico.
No se ha vestido de negro, algo muy criticado en el pueblo pero indiferente para ella, que ha decidido empezar a vivir de verdad y llenar de luz el rostro que estos años atrás se había apagado.
Ahora se sienta en el bar de la plaza con Cecilia, la única amiga que conserva, a tomar vermut y reír recordando anécdotas de cuando eran niñas. Mariana no está de luto porque su vida acaba de comenzar.

(343) Ellos también te ayudan


Con tan solo 5 años tuve mis primeros contactos con personas con discapacidad,  mi reacción no era otra sino indiferencia antes sus miradas. Realmente no entendía sus expresiones.
Mi relación con ellos no fue a mejor, veía como a mi compañera se le caía la saliva y mi compañero era pasivo a lo que ocurría alrededor de él.
Sin embargo años después empecé a trabajar en deporte adaptado a discapacitados y me volví a encontrar con ellos, yo me dedicaba a ayudarles. Descubrí en ellos algo que no me había dado cuenta antes, sus miradas expresaban más de lo que pensaba, y su afecto era verdadero y desinteresado.
Gracias a ellas/os tengo empleo y humanidad.

(342) Pájaros en la cabeza.


- Mariana   ¿qué te gustaría estudiar?
- Señorita yo no voy a estudiar nada, cuando termine este año ya me pongo a trabajar.
- Eres muy buena estudiante, podrías hacer cualquier cosa.
- Mi padre me ha dicho que me pongo a trabajar.
La profesora le habló al padre de la posibilidad de becas, de la capacidad mental y de trabajo de Mariana.
- No le llene la cabeza de pájaros, ella  ya sabe todo lo que necesita saber. Se pondrá a trabajar. Nosotros no somos señoritos.
Al día siguiente Mariana llegó a clase con un brazo en cabestrillo, un corazón sin ilusiones y la determinación de tener una hija para empujarla como el viento.

(341) Mujeres


Las mujeres eran las personas del Universo menos valoradas en los siglos pasados.
Hoy en día, gracias a Dios, en esta sociedad ya nos ven de otra manera, incluso los más machistas ya no nos ponen en malas lenguas si vamos a tomar un café, si fumamos, si vamos al bingo, si salimos de fiesta con las amigas por la noche o a ver un striptease o a cualquier otro evento… ¡Por fin, ahora tenemos más igualdad!

(340) El porqué de una realidad


Te sientes sola siendo muy pequeña, solo porque un puñado de niños sin ningún tipo de educación ni escrúpulos se enseña contigo, lo peor de todo es que no existe ni motivo ni razón para que lo hagan, supongo que únicamente interviene la envidia. Cada día es peor que el anterior;  insultos, vejaciones, amenazas hasta llegar los golpes. Pero aunque en ese momento no lo veas, todo acaba con ayuda de los que más te quieren, los tuyos. Así terminas por ver la luz al final del túnel. Es entonces cuando comienzas a ver quien merece la pena y quien de verdad compone tu vida. Gracias a ellos, mi familia y sobre todo mi madre. Amiga, confidente, hermana. Mi todo.

(339) En mi recuerdo


Aún recuerdo aquellos momentos de tensión, mi corazón golpeando fuertemente contra mi torso, sin poder articular palabra, el miedo apoderándose de mí. Tu cuerpo contra el mío, protegiéndome de aquella bestia que te golpeaba sin cesar, una y otra vez, sin inmutarse ante tus desperanzados gritos que hacían eco en la nada. Aún recuerdo como tu rostro cambiaba, ensangrentado, olvidando el dolor, dibujando una leve sonrisa que intentaba hacerme encontrar un consuelo que en esos momentos se me hacía imposible. Aún recuerdo, abandonándome a mi suerte a tu pesar, haciéndome de guía desde el más allá. Hoy con fuerzas suficientes, habiendo consumado mi ansiada venganza, te imagino de nuevo conmigo, llena de vida… mama. 

miércoles, 27 de febrero de 2013

(338) El contraluz de tu mirada


El contraluz violeta de tu mirada se clava en el teleobjetivo de mi alma. Quién pudiera adentrarse en la profundidad de campo de tu lente y filtrarla en rojo y perderse en la distancia focal de tu diafragma.
Soy micrófono cardioide en busca de tu reverberación, quién fuera omnidireccional para captar tu todo. Fundir mi eco con tu impedancia y tender un cable, largo como el mar, conectado por Jack a tu mesa de mezcas; apropiándome del ecualizador de tus labios; fundiéndome en el master de tu disco duro y creando la más bella melodía que jamás se haya oído.

(337) Ser mujer


Provengo de un embarazo ‘’especial’’. Hasta los ocho meses no sabían el sexo del bebé que mi madre esperaba. Mi madre creció principalmente entre hombres y siempre quiso tener una hermana mujer. Aunque mi madre quiere ser muy imparcial, sé que deseaba traer una niña al mundo, ya era madre de dos varones. Igual que se vio reflejada en sus niñitos quería experimentar crecer con una niña. Siempre dice que desde el primer momento que sintió que estaba embarazada sabía que era niña; no sabe describir por qué, pero tenía la certeza y acertó. Y la casa se revolucionó.  Y los principitos de la casa tuvieron que compartir su trono con la nueva princesita y más tarde con otra princesita…

(336) El sauce


Él al lado de ella, en ese banco que nadie arregla. El sauce acaricia la sombra, tímido roce de vaqueros. Pulgar en el teclado, un mensaje de ella: yo te quiero, respóndeme. Él sigue virtualmente jugando.

Desde la habitación de su casa, él la llama, desconsolado.

- No me he dado cuenta cuándo te has marchado, pero he terminado ya el juego, ¿podemos quedar mañana en el mismo banco?

- No, cariño, sigue jugando.

El sauce no puede soportar las lágrimas. Ya sabemos por qué sigue llorando.

(335) Mi día a día


Estoy cansada de creerme como una tonta que vivo bien, que soy feliz con lo que tengo, que no me falta de nada…Y sí, me faltan cosas… y quizás sean las fundamentales para conseguir la felicidad plena. Me falta cariño y seguridad. Me falta sentirme bien… y sinceramente creo que no me merece mucho la pena pensar que mañana todo cambiará… porque no es así…mañana todo seguirá igual que hoy, incluso empeorará. Seguiré sintiéndome mal, sola... y todo seguirá su camino. Sin embargo sé que tampoco merece la pena vivir acompañada y a la misma vez sentirte sola. Por eso únicamente me queda pensar que esta vida es absurda y que tal vez sea yo que no sé vivirla.

(334) Ella


Ella no hubiera necesitado aquella muñeca a la que parecerse. Ya puestos, tampoco hubiera sido necesario aprender el doble para terminar siendo la mitad de valorada. Hubiera preferido no haber necesitado estar siempre perfecta. Se ríe al reconocer que no necesitaba demostrarle a nadie que era la más hacendosa o la madre más abnegada. Nunca necesitó ninguna bofetada para saber cuál era su sitio.
Hoy sabe que lo que de verdad necesitó, fue de mucho coraje para dejar de ser lo que todos creían que debía ser una mujer y empezar a ser simplemente ella.

(333) Olivia


Ella iba en el taxi, no era demasiado guapa, pero sabía como sacarse partido. Sus ojos color miel resplandecían. El conductor no le quitaba ojo por el espejo retrovisor pero ella estaba ausente. Miraba la calle, atentamente, ladeaba su sonrisa mientras se alejaba del manto de otoño, de la gente y de los lugares por los que pasaba. Reconoció una pequeña y vieja librería, sacó de su bolso su neceser, miró por su espejo, sonrió, pintó sus labios carnosos de brillo y pellizcó sus mejillas. Llegó a su destino. Pagó al chofer, le miró, abrió la puerta decidida por que hoy sin duda era otro día, era su día. No era especialmente guapa, lo sabía , pero era feliz.


(332) Kenia


Las 7, las luces rojas del despertador otra vez. Levántate, haz la cama, cálzate,  ducha rápida, vístete,ve a las habitaciones,levanta a Mario , siempre le cuesta despejarse, llévalo al aseo, ¡déjalo!, ya tiene 6 años.Baja a la cocina, prepara el desayuno, suena la radio, desayuna en familia. Las llaves, ¿Dónde he puesto las llaves?. Vamos, vamos, llegamos tarde Mario. Déjalo en el colegio. Bésale, anímale  déjale. Y a trabajar. Llama a Marta, ella lo recogerá, nos hemos peleado pero ella lo quiere, y él a ella. Son las 3, come rápido, vuelta al trabajo. ¿Cómo está Mario? , bien, el día va bien. Termina el trabajo. Recoge el despacho. Vuelta a casa. Son ya las 9. Vaya día, estoy agotada. 

(331) Llegará


María miraba ausente el ordenador, junio había llegado con su agobiante humedad.
Escribía en la pantalla:”Últimos minutos y se cerrará la sesión virtual del ejercicio”. Debía revisar las redacciones antes del martes cuando se reunirían presencialmente en clase para comentarlas y concluir el curso.
Les había propuesto: “¿Cuáles  han sido los principales cambios en la relación entre hombres y mujeres en los últimos años?”.
Leía en silencio: “entonces había trabajos separados…, en puestos iguales cobraban diferente…, la dote sólo la pagaban las familias de ellas,…había institutos de mujeres…”
¡Qué lejanos veían los niños esos tiempos! ¡Y ella lo había vivido!
Recordó las palabras de su abuela  Mirta: “Todo cambiará, con educación y tiempo. Yo nací demasiado  pronto” y sonrió.

(330) Realidad


    Antes de que vuelva papá deberías cambiarte de ropa, esa falda tan corta que llevas no le gustará nada. Ya sabes cómo se disgustará.
    ¡Que sí, pesada! La falda siempre por debajo de la rodilla. ¡Jesús, qué cruz!
Rosa apaga el televisor. Le gusta ver esa serie ambientada en los años cincuenta que tan de moda está. Cómo han cambiado las cosas desde entonces, piensa. En los tiempos actuales las mujeres deciden por sí mismas, trabajan y se sienten valoradas; no como hace años. Mira el reloj y se sobresalta. Es muy tarde y Juan la avisó que vendría a cenar una hora antes. Se pondrá hecho un loco si la cena no está perfectamente dispuesta en la mesa.

(329) Elle


Amante esposa y madre. Trabajadora incansable dentro y fuera del hogar. Mujer de sonrisa perenne aunque en su alma albergue llagas de difícil cicatrización, producto de un pasado turbulento que afortunadamente logró asesinar...Así es Elle.

(328) Una mujer grande


Querido diario,
            Aquí estoy una noche más, viejas costumbres nunca cambian. Pero hoy no voy a hablarte de mí, sino de mi madre; mi querida y adorada madre. La persona que más me quiere en el mundo, la persona que me dio la vida. Ésta vida que tanto amo, gracias a ella. Porque ella es mi pilar base, mi principio y mi fundamento. Ella me sustenta en mis días más tristes y amargos. Pero también comparte mi felicidad. Mi educación, entera, se la debo a ella. De otra forma, no sería nadie.
            Soy hijo de una de las personas más bellas que habitan este planeta. Soy hijo de una mujer grande.

(327) Papel quemado


Vaya historia la vida. A veces tan grande como un folio y otras tan pequeña como un papel doblado en la cartera.
De nuevo se sentía perdida, desdibujada en la hoja de su propio libro. Igual ya era hora de aprender a amarse para no necesitar con tanto anhelo el amor libre de otra persona. De nuevo apareció ese vacío dentro de ella, donde su pareja no era capaz de entrar por mucho que golpeara.
Al fin, cansada del maltrato de no ser nadie, dejando atrás el destino que alguien inventó para ella decidió marcharse. Así que recuperó su libro de entre las cenizas y comenzó a escribirlo con la tinta de su propia vida.

(326) Una nueva oportunidad


¿A quién quieres más? A tu papá o a tu mamá. Solían preguntármelo cuando era pequeña. ‘Yo no tengo papá’, decía tímida mientras me escondía detrás de mi madre o de mi abuela.
Muchos años después, poco antes de morir, mi madre me confesó que mi padre seguía vivo. Me pidió perdón y me contó lo difícil que fue separarse de alguien que nos habría hecho tanto daño a las dos.
Él quiere verme, desde que ella se fue ha intentado que hablemos… Hoy puedo responder a aquella pregunta: mi madre lo dio todo por mí. Pero voy a dar una oportunidad a quien hace años no nos la dio a nosotras. Hoy voy a conocer a mi padre.

(325) Tu triunfo mi victoria


¿No me exime lo ajeno de una acusación directa? Son daños colaterales, cariño. Eso es. La  fuerza que guiaba todo lo que fuimos y queríamos ser me empujó desde un lugar remoto, desconocido. Alguien me arrastró hasta lo más detestable y burdo de mi ser, agarró mis manos a modo de títere y me obligó a poseerte. Me inhabilitó. En eso consistía el juego que empezaste, ¿no? Sólo uno se quedaría con el premio, así que aquí estoy, sentada en el sillón donde nos prometimos el mundo, triunfante mientras te observo  inerte, deshecho, y sin embargo tan lleno de vida. Tú ganas. Tu triunfo sí. Mi victoria, también.

(324) Epitafio


Hizo incluso más de lo debido. Fue una hija obediente y  complaciente, una esposa fiel y trabajadora y una madre abnegada, pero nada de esto fue suficiente para que sus padres la repudiaran, su marido la maltratase y sus hijos la despreciasen. Después de su  suicidio todos la echan de menos. Descanse en paz y por fin sola.

(323) La llamada


Contemplar su rostro marmóreo, y besar su fría piel, me devolvieron a la realidad, había fallecido.
Nunca besar a una madre estuvo tan lleno de vacío, era un adiós sin vuelta de hoja, el resto estaba de más.
Con serena sonrisa sintiendo mi alma partirse en dos, me despedí hasta nuestro reencuentro. La ayude a irse serenamente, como tantas veces atrás ella me había ayudado en mi vida y es que no hay nada más grande que el amor de una madre.

(322) Deserción del amor


He guardado el traje. Me retiro. Descubrir que mis poderes estaban en decadencia y que sus efectos, no solo eran mas débiles, sino que además empezaban a ser destructivos, ha sido demasiado. Estos años han sido gratificantes pero todo tiene un pago.
Desde mi escondite espero para ver si el mundo puede arreglárselas sin mi.
Sorprendentemente después del caos inicial de mi deserción , salgo  para comprobar que mi pareja se enfrenta a sus malos días con voluntad y paciencia, que mis hijos asimilaban sus frustraciones con valentía y mis jefes y compañeros de trabajo descubrían por fin, como una sonrisa era capaz de vencer cualquier dificultad por grande que sea.
El mundo ya no necesita heroínas.

(321) El director



Al verme entrar, todos se callaron.  Crucé la sala de juntas y me dirigí hacia la cafetera.  Seguramente escuchaban a Carlos fanfarronear sobre sus conquistas, pensé mientras me servía un café.  Pero me equivocaba…
-¿El jefe se jubila?- preguntó Martín.
-Sí-contestó Carlos- Pero aún no es oficial.
Carlos se creía el protegido del director y por ello, candidato a sucederle.  Adicto al poder y la intriga, se sentía superior a sus compañeros de oficina.
-Ya que estás haciendo café, hazle uno a tu nuevo jefe- me ordenó Carlos.
En ese momento entró el actual director. Su mirada se fijó en el grupo de hombres y luego reparó en mí.
-¡Os presento a la nueva directora general!-anunció.

(320) De mujer a mujer


Hoy me siento mujer…  Ayer tan sólo fui hija y quizás mañana seré abuela de la vida…
Mujer… que intento disfrazar de efímeras sonrisas mi azul mirada y alimento de falsas ilusiones mi frágil alma.
Mujer… que adorno mis castaños cabellos y así pretendo engañar al tiempo.
Madre… que perdono a mis hijos por tanto sufrimiento, ahogando mis gritos en el más callado silencio.
Mujer… que saboreo los caprichos y sinsabores del destino, y aún así, te digo que no te detengas en el camino de la vida.
Madre… que sueño con alguien que me regale un beso certero.
De mujer a mujer, hoy desnudos mis sentimientos…

(319) Femenina y singular


Cuando nací, descubrí enseguida que había sido niña y mi alegría, en ese momento, fue inmensa.
Supe de mi  suerte, pues con el tiempo, tendría la fortuna de convertirme en mujer.
Me alegré al pensar, que tendría mis propios hijos, nacidos de mi vientre, como yo acababa de salir del de mi madre.
Me sorprendió que, mi condición de hembra de mi especie, me fuese a acarrear alguna que otra desventaja en la vida, pero eso me haría más fuerte.
Celebre con un grito de felicidad la dicha de haber nacido femenina y singular.
Le hice un guiño cómplice a la matrona y ella, sorprendida, me respondió con una amplia sonrisa y me entrego a los brazos de mi madre.

(318) Insomnio


Se acostaron como siempre y empezó el tic tac del reloj. Pensaba en lo difícil que era dormir enfadada con él... y en lo poco que dormía últimamente. Y seguía escuchando el tic tac, entremezclado con su fuerte respiración. Pensaba en cómo le iba a mirar mañana… Tic tac… En lo mucho que deseaba tocarle, y también en ese continente y medio que se había instalado en la cama, entre los dos. Tic tac. Contó todas las manchas de humedad del techo. Tic tac. Mientras él, ajeno a toda actividad nocturna, respiraba en su lado de la cama.
En algún momento de la noche, cansada de llorar, se durmió sobre la almohada húmeda. Soñaba que unos dedos rozaban su cintura.

(317) El corpiño


Maripi  miraba una revista de moda, ¡vuelven los corpiños! Odiaba aquella prenda
Los recuerdos se agolparon en su memoria, recordaba las prendas  que controlaban su figura y los usos de la época que constreñían la voluntad de las mujeres.
Ahora con ochenta y cinco años se sentía más libre de lo que había sido nunca.
De ocho hijos, había enterrado a tres, por supuesto que los quiso, pero les decía a sus nietas que de haber existido la píldora la hubiera tomado con caja y todo.
Tenía la sensación de que faltaban cosas por cambiar. Solo volvería atrás en el tiempo para revelarse por los silencios forzosos.

martes, 26 de febrero de 2013

(316) Síndrome de personalidad múltiple


Dicen que las mujeres estamos locas. Yo, en concreto, como una auténtica regadera. Debo de sufrir un trastorno de personalidad múltiple, porque por las mañanas, cuando me levanto, soy una alegre ama de casa que hace las camas mientras tararea canciones de Bisbal, pero de repente, sin darme cuenta, me transformo en una eficiente contable y salgo a trabajar embutida en un traje de chaqueta y pantalón. De vuelta a casa empieza a aflorar la madre que llevo dentro: me vuelvo cariñosa, divertida y me paso la tarde jugando con los niños, hasta que los acuesto. Entonces caigo agotada en el sofá. Por eso, algunas noches, en lugar de una esposa servicial, mi marido se encuentra con la bella durmiente.

(315) Tiras de colores


Ella hace malabares con su vida. Cada mañana madruga a cargar su indumentaria: unas bolas, unos bates y muchas tiras de colores que hace ondear cuando el semáforo está en rojo y los autos se detienen. Entonces da vueltas con sus tiras, que se esparcen como mariposas, o hace girar las bolas en el aire, o los bates, mientras los motorizados aguzan sus ojos. No todos dan monedas. Sólo algunos. Con lo que gana se marcha al caer la tarde. En casa la espera su hija, de padre irresponsable que no la ha reconocido, y la otra indumentaria de su trabajo nocturno: faldas de colores, polvos de maquillaje y lápiz de color intenso.

(314) La única


Ella, la perfecta mezcla entre perseverancia y entrega, la que me ofrece alegría cuando mi corazón se anega de tristeza. Es Ella, la que llora para que yo sonría y la que se aflige para que yo salga airoso. La única… la mujer que permanece siempre a mi lado. Sólo puede ser Ella…

(313) Punto de vista


Sería un viaje largo y difícil. Pero los postulantes eran muchos. Sin embargo, la decisión estaba tomada: solo se arriesgaría un par de vidas. Durante los espesos meses de entrenamiento, una indispensable cortesía permitió convivir entre tanta competencia. Finalmente, la dirección aprobó cuatro candidatos. «Sois igual de válidos», explicó el director del proyecto, «y vosotros escogeréis a los elegidos». Los cuatro se miraron. Alguien dijo: «echémoslo a suertes». «Mejor una prueba de resistencia», respondió otra voz. «No, una carrera», se oyó. «Me parece bien la carrera», sentenció el último, «entre nosotros tres. Es lo lógico en un salto a lo desconocido como este». Y en el primer viaje tripulado a Marte, los astronautas fueron un hombre y una mujer.

(312) Julia


Era mi abuela. Nació con el SXX y tuvo la suerte de ir al colegio pero no pudo seguir estudios superiores. Siempre animó a las mujeres de la familia a seguir estudiando. No aceptaba el desánimo ni el abandono, tampoco la apatía ni el conformismo fácil.
     El matrimonio desequilibrado le parecía que tenía todos los boletos en el sorteo del fracaso, por eso insistía que se entendían mejor dos universitarios que uno y una analfabeta. “No hace falta estudiar Psicología para saber eso”, decía.
     Consiguió ser “la mamma” del clan hasta sus últimos días. Los vecinos le consultaban sus problemas, los amigos le querían, la gente le respetaba. Mi abuelo murió enamorado. ¿Qué escuela enseña eso?

(311) Multiplicaciones


Tú y yo. Yo y tú. Somos dos. Te miro, me miras. Me miras, te miro. Nos entendemos porque el orden de los factores no altera el producto.
Las tareas diarias las hago yo, las haces tú o las hacemos los dos. Las acabamos igual de bien porque agrupaciones distintas dan lugar al mismo resultado.
Cuando se nos presenta alguna dificultad nos planteamos si es mejor tratarla juntos o por separado. Hablamos y siempre la resolvemos porque distribuirla en el orden que más convenga siempre nos conduce a la mejor solución.
Conmutativa, asociativa y distributiva. Te quiero porque tú y yo somos más que una suma; somos una multiplicación.