Concurso patrocinado por el Hotel Mar Menor de Santiago de la Ribera

martes, 5 de marzo de 2013

GANADORES

PRIMER PREMIO

LA RECETA


El doctor receta para su depresión unos sobres de sueños, advirtiéndole que es ella quien debe rotularlos. Cada tarde, sentada con su marido, escribe: una casa grande, que María apruebe derecho, tener nietos... Vierte al zumo y revuelve las partículas oníricas, que forman una espiral efervescente y se disuelven. Bebe despacio, a sorbos, esperando que una lucecita de entusiasmo alumbre su mirada. Pero no mejora. Un día su marido duerme la siesta y se enfrenta dubitativa al sobre en blanco, intentando recordar la última vez que soñó sola. Al fin escribe con letra temblorosa: "ser capitán de barco", y bebe el sueño. Tras seleccionar cuidadosamente la tripulación, leva anclas e iza velas en su propio mar, bajo un nuevo cielo.
de Luz María Leira Rivas


SEGUNDO PREMIO

LA PRINCESA
Con un resoplido dejo caer la cortina, otra vez llueve. Tengo  que salir a recoger la ropa, se va a mojar. Vivir sin más compañía hace los domingos largos y pesados.
     Ojeo los libros de la estantería, encuentro uno de mi infancia; “La princesa”. “La princesa de la boca de fresa, la princesa está triste, ¿qué le pasará a la princesa?” La princesa, la princesa… La princesa vive en su torre, demasiado delicada, demasiado frágil, eternamente esperando a un fornido príncipe que acuda en su rescate. Demasiado princesa.
     Miro por la ventana, ha dejado de llover.
     Solo una última duda existencial, ¿qué te hace pensar que soy una mujer?
     Me llamo Manuel. Voy a recoger la ropa.

De Inés Vázquez Lucas



TERCER PREMIO

INDISCRIMINACIÓN

- ¿Y bien?, ¿por qué chica te has decidido? –quiso saber el marido.
- Por Andrew. Y no es una chica, obviamente.
Julián le había echado un vistazo a la lista de aspirantes al puesto de au-pair que ofertaban y sólo había encontrado un nombre masculino. Justo el que su mujer había elegido.
- Es de Liverpool, por lo que su acento le vendrá muy bien a los niños, y cuenta con las mejores referencias.
- Estupendo –se limitó a asentir Julián.
Y pasaron a comentar las noticias del día.


De Miguel Ángel Carcelén Gandía


viernes, 1 de marzo de 2013

(394) Curiosidades prematuras

Borja llevaba meses espiando a Clara al final del día. Escondiéndose detrás de los pupitres. ¿El motivo? La belleza de la madre de la niña lo tenía atrapado.  Podía percibir que la madre de Clara no era igual de vieja que su madre. Un día, la niña, algo harta, le hizo la zancadilla y, desde el suelo, le obligó a confesar su enamoramiento. Quedó perplejo al oírse decir que su madre era soltera. Jamás había conocido a una madre sin padre. ¿Cómo lo haría? Al volver a casa, no había nadie mejor que su madre para aclararle tal fenómeno: “los humanos nos juntamos porque nos queremos, no porque nos necesitemos para vivir. Se puede formar una familia sin pareja”.

(393) Bajo el yugo de un mundo machista

Desde los tiempos de los tiempos, la mujer ha sido menospreciada por el sexo contrario; incluso, en algunos momentos de la historia, por ellas mismas. Aun así han seguido adelante, luchando por equipararse al hombre y por obtener unos derechos que debieran ser imperativos al sexo.
Sobre las damas se han dicho cosas como que son débiles o que merecen menos que el varón, pero ¿por qué? Puede que algún tipo de complejo esté tras ello, pues la mujer es fuerte, valiente e imprescindible.
La fémina, resurge una y mil veces bajo el yugo de un mundo machista.
La hembra, no acepta rendirse y lucha, cual guerrera, por su familia.
La mujer, da la vida, incluso la de los hombres.

(392) Lógicamente, la odio

Cuando me miro al espejo, entiendo menos que nunca por qué mi mujer me quiere tanto. De entrada, se nota que soy mala persona por el párpado caído de mi ojo izquierdo. Por dentro no soy mejor; mediocre y resentido, no sé sino actuar contra los demás con una maldad rencorosa. Por simple odio hacia mí mismo, odio a todo el que me rodea. Y, más aún, a mi mujer que me quiere ciegamente, siendo yo tan despreciable. Cuando quiere acercarse a mí y decirme el buen fondo que yo tengo, me enciendo y sólo pienso en golpearla. Ella siempre me perdona.
Nunca quise ser un maltratador como mi padre, pero ahora comprendo sus razones

(391) Nuestra admirable María Isabel

Creció en el seno de una familia armoniosa de costumbres tradicionales y sencillas. Para los suyos personifica un tesoro incalculable. Fue, es y será (pongo la mano en el fuego) una persona absolutamente excepcional, que siempre da lo mejor de sí misma, lo cual es magnífico para los demás, porque Dios la dotó de maravillosas virtudes: bondad, dulzura, discreción, honestidad...
Para nosotros figura en lugar destacado de la lista de heroínas anónimas que hacen más habitable este mundo, al tiempo que ha sabido con esfuerzo, tesón y voluntad hacerse dueña de su vida. Combina perfectamente la inteligencia con la humildad y la delicadeza con la autoridad, por lo que resulta muy instructiva en su profesión educativa.
 

(390) Nasdra

En cuanto su madre salió de casa, Nasdra subió a su habitación y sacó la maleta de debajo de su cama.

Estaba prácticamente hecha pero faltaban los libros y bolígrafos que necesitaría en la universidad. Los metió.

Se calzó las botas mientras él la miraba, en silencio. Se abrigó y abrió la puerta de la vivienda.

Su padre se acercó a ella y le dio un abrazo. Después, con un rápido movimiento de muñeca, le quitó el burka. Allá adonde iba no le obligarían a llevarlo. Nunca más lo harían.

Nasdra le sonrió. Sin él, nunca podría haber pensado siquiera en realizar su sueño.
Reprimió sus lágrimas mientras miraba atrás.
Ésta sería probablemente la última vez que le vería.




(389) Lágrimas hambrientas

Con la calma de una edad diferente, buscaba frases que rellenasen aquel vacío con algo agradable.
Solo había incomodidad.
         Del hombre que nos había aterrorizado poco quedaba. Mi madre fue su ancla, él la nave, apenas rompió la cadena, se fue a la deriva.
          Si hubiese sabido que era la última tarde que veía a mi madre con vida, habría dilatado aquella jornada hasta convertirla en un momento casi eterno.
         Pero ella ya no estaba.
         Lloré junto a mi padre. Nuestras lágrimas tenían temperaturas distintas pero formaban la misma mancha.
Por un instante, aquel viejo abrió los ojos y me miraron con una luz que nunca habían tenido. Querían decir muchas cosas.
Yo no sabía si deseaba conocerlas.

(388) Respeto y sinergia

Así fue aquello. Le poníamos mantequilla a todo. Endulzábamos los vaivenes de la vida con azúcar glasé y levadura de maíz. El trigo no lo toleraba. Yo a veces estaba un poco avinagrada y le decía:
            ―Marcos, ¿por qué no más azúcar? ¿por qué no un paso más?
            Pero no había manera de que se comprometiera. Eran demasiados postres los que habíamos hecho juntos. Me di cuenta de que conocía todas mis recetas... y de que hubiera sido mejor haberme reservado un par de guindas como colofón a un proceso de simbiosis culinaria sin par. Así no tendría la impresión de haber llegado al final del pastel, y aún querría seguir escarbando por entre la mórbida textura del acariciar mis senos.

(387) El despertar de Emily


Contemplando un desolado páramo de Yorkshire, Emily permanecía inmersa en sus pensamientos. En su breve paso por este mundo no le había sido posible conocer el amor de un hombre y su alma pura no albergaba ningún sentimiento de odio ni venganza. Sin embargo en su imaginación se estaba forjando una historia de intensas pasiones y tan salvaje crudeza que desafió y soprendió a los críticos de una época en la que la mujer estaba muy limitada.

``Cumbres borrascosas´´, de Emily Brontë, es una novela que te atenaza el alma y te hace sufrir y pensar que el único amor posible es el que sienten Heathcliff y Catherine Earnshaw.

Un amor tan incomprendido como incomprensible fue la pluma que lo creó. La de una mujer dulce y sensible que, abriendo su caja de desbordadas emociones, se rebeló contra un mundo que no estaba preparado para el despertar del género femenino.

(386) El cambio

Hasta ese momento no existía en nuestro mundo mayor complicación que hacer un buen trueque con los cromos repetidos, encontrar las chapas más lisas o mejorar el emboque al gua con una canica.

Fue entonces cuando Teresa brotó en nuestro parque. De grandes ojos verdes que salpicaban de pecas sus pálidas mejillas y finísimos labios que podrían quebrarse al susurro de su voz.

La naturaleza de aquellos sentimientos desconocidos en nuestro interior nos impidió conciliar el sueño y, esa misma noche, el tiempo aceleró hasta dejar atrás nuestros corazones.

Y así, de forma súbita, dejamos de ser niños. Los juegos se convirtieron en competiciones por su atención. Los amigos en rivales. Y la infancia en pubertad.

(385) El hombre de mi vida

Debe ser un hombre normal.
No me preocupan sus características físicas.
Me gustaría que rechazara ver a un animal enjaulado.
No obstante, que sea un hombre fuerte, que sienta la fuerza de sus abrazos.
También debe tener atracción por la lectura, por autores como  Baricco.
Y sus manos suaves, con uñas recortadas.
Él debe ser un apasionado de la música clásica, por ejemplo, de Vivaldi.
Y de su fisonomía sólo me preocupa que sea algo más alto que yo.
¡Y el cine! Será un cinéfilo, amante de Begnini.
Y quiero también que sienta la necesidad de viajar a países como Italia.
¡Ah! Muy importante, es obligatorio que sea optimista.
Como he dicho… un hombre normal.

(384) Rapunzel feminista


Rapunzel preguntó al caballero que gritaba su nombre bajo la ventana:

¿Qué haces aquí?¿A qué has venido?”

Él, orgulloso y ufano de sí mismo, respondió:

He venido a salvarte desde un reino muy lejano. Te llevaré allí y nos casaremos, y seremos muy felices criando a nuestros hijos.”

Rapunzel, entre la indignación y la risa por lo que acababa de escuchar, le expuso muy claramente:

Yo no necesito que nadie me salve, mi pelo está creciendo y con él construiré una cuerda para salir por mis propios medios, y en cuanto a lo de vivir lejos, casarme y tener hijos...¡será si yo quiero!

(383) Tendida frente al vagabundo

Agitando con firmeza su enorme verga, aquel hombre le ordenó que se abriera para satisfacer sus deseos. Ella yacía inquieta frente a él, y, con un ligero ronroneo al principio y un rugido vibrante después, separó su húmeda intimidad y dejó paso, lúbrica e invitadora, a ese vagabundo poderoso, de barba poblada, que parecía irradiar luz desde la frente. Ya estaba dócilmente entregada. Él penetró en ella con todas sus fuerzas, hasta lo más profundo.
Cuando Moisés y sus tribus hubieron llegado a la otra orilla, la mar se cerró, impenetrable para los soldados de Faraón, que perecieron ahogados.

(382) El Reino Secreto

Afrodita se subió a la gigante paloma mensajera y huyó del reino de Hades. Cruzó ríos, montañas, árboles, bosques, lagos y manantiales, directa al sector oscuro. Más allá de la ausencia de luz, una explanada la esperaba y allí fundó el reino de la Luz, al que llamó Meligú. Los niños aprendían a buscar agua, a tomar el sol, a respirar aire puro. Escribían sus textos en hojas de bambú. Debatían, reían, soñaban y colaboraban todos, niños y niñas, repartiéndose las tareas del lugar y una asignatura muy especial llamada Respeto era el motor de sus vidas. Dicen que el reino se quemó por la imprudencia de un loco pero hoy Ro trabaja en su reconstrucción. ¿Algún voluntario? Razón aquí.

(381) Día a día

Termina de recoger la cocina y enseguida enchufa la plancha. Mientras se calienta elige un canal, casi al azar, el caso es mantener la cabeza ocupada. Siente molestias en la zona lumbar, y sabe que al final del día se tornará en dolor, todo provocado por todas las tareas domésticas que ha tenido que hacer.
Mira el reloj. Ya falta poco para que lleguen las niñas del colegio, así que deja de planchar y comienza a prepararles la merienda. Sabe que con sólo ver sus caras sonrientes olvidará el dolor de la espalda.
Suena el timbre y sale corriendo para recibirlas. Pero no son ellas, es su mujer, que ha llegado pronto hoy. Su mirada refleja amor.

(380) El cambio

Hasta ese momento no existía en nuestro mundo mayor complicación que hacer un buen trueque con los cromos repetidos, encontrar las chapas más lisas o mejorar el emboque al gua con una canica.

Fue entonces cuando Teresa brotó en nuestro parque. De grandes ojos verdes que salpicaban de pecas sus pálidas mejillas y finísimos labios que podrían quebrarse al susurro de su voz.

La naturaleza de aquellos sentimientos desconocidos en nuestro interior nos impidió conciliar el sueño y, esa misma noche, el tiempo aceleró hasta dejar atrás nuestros corazones.

Y así, de forma súbita, dejamos de ser niños. Los juegos se convirtieron en competiciones por su atención. Los amigos en rivales. Y la infancia en pubertad.

(379) Las palabras que me repitió mi madre

Ahora que tengo dos hijas que pronto dejarán de ser niñas, comprendo las palabras que tantas veces me repitió mi madre a escondidas de mi padre: Hijo, a mí me educaron mal, en la creencia de que, por ser mujer, debía conformarme con ocupar un lugar secundario en la vida. Era la educación de la época y con ella crecimos tu padre y yo pero algún día tendrás hijas y querrás que lleguen tan lejos como su capacidad les lleve. Recuerda entonces a tu madre y no dejes que los prejuicios de antaño les perjudiquen. Hazlo por ellas.

Y por ellas, y porque las quiero, les recuerdo con frecuencia que pueden llegar tan lejos como cualquier hombre.

(378) Interrogante


De vez en cuando la decadencia viste de etiqueta y

usa colonia cara que no disimula el olor a sudor.

Casi siempre se alza en medio de la noche, momento

álgido de las embestidas.
A veces, Andrea, cuando cierra los


ojos en un intento de evasión, repasa mentalmente los
lugares

en que ha sido feliz. Se pregunta por qué a

ninguno de esos hombres que huye de sí mismo buscando


un placer inmediato le interesa saber qué soñaba de niña


ni a qué se dedicará en cuanto pueda burlar al


destino con un corte de mangas. «Otro día más», piensa,

mientras sacude el alma y dibuja en el viento la

promesa de no perder jamás su dignidad.

(377) Todo es posible


Sus ojos miraban con ternura a los dos seres que acababan de nacer. En ese momento fue consciente de que daría su vida porque fueran felices, porque no carecieran de nada. Mientras se asían a su mano con la fuerza que da la vida, su mente soñaba qué serían de mayores: ¿Apagarían incendios?, ¿defenderían a inocentes?, ¿descubrirían alguna vacuna para la humanidad?, tal vez fueran artistas o quizás inventaran un artilugio que revolucionaría la sociedad. ¡Oh! ¿Quién sabe que haréis? les susurraba dulcemente a los bebes, que escuchaban reconfortados. ¡Podréis ser tantas cosas! Todo es posible. Pero lo más importante… lo más importante para ser feliz, es que nunca perdáis la dignidad porque cualquier ser humano, hombre o mujer, puede cambiar el mundo, únicamente tiene que creer en él mismo.

(376) El huracán Irene


Como un huracán, Irene pasó por las habitaciones llena de una rabia incontenible, destrozándolo todo. Se juró comenzar una nueva vida, sin insultos ni vejaciones.
Al llegar al portal pensó por última vez en su casa; la imaginó sucia, caótica y desordenada. En aquel instante, le sobrevino a la mente el convencimiento de que él se pondría furioso cuando volviera. De forma automática, Irene dio media vuelta, tomó el ascensor y subió de nuevo hasta el piso. Se apresuró a limpiarlo todo, con pulcritud, antes de que su hombre regresara.

(375) Doscientos mil


Imagina, por un instante, que cada mañana, al despertar, hallases doscientos mil euros, impasibles sobre tu almohada y aguardando tu incorporación al nuevo día. Así, sin hacer nada para ganarlos. Vuelve a imaginar, por si fuera poco, que pudieses hacer uso de ese patrimonio a tu antojo… podrías gastarlo, regalarlo, donarlo… Además, hicieses uso de ellos o no, serían repuestos al día siguiente. Menudo chollo, ¿verdad?
Pero he de confesarte, ingenuo soñador, que cada año, al despertarte, no encontrarás tal patrimonio; lo que todos los días encuentras son doscientos mil mujeres más en el mundo, dispuestas a dar lo mejor de sí mismas. Eso sí que es un tesoro.
Piensa bien, querido amigo iluso, cómo aprovechar tal riqueza.

(374) Nazaret


Nazaret enjabonaba con suavidad la cabeza de doña Adela. Los cuatro pelos de la anciana languidecían bajo el chorro del agua al igual que los pensamientos de la joven. El jefe se acercó y le susurró al oído: Menos champú  o no te renovaré. Entonces sintió la primera nausea, controló el asco, se acarició el vientre. Acompañó a Doña Adela hasta el tocador con la sensación del que pierde pie. El rostro cerúleo de Nazaret se reflejaba en el espejo. ¡Qué mala cara tienes!, exclamó doña Adela. La joven asustada se tapó la boca. De reojo miró a su jefe; permanecía  vigilante junto al ordenador. No estarás… El ruido del secador encubrió   la voz, ocultó  la esperanza.

(372) Superhéroes


Emilio se impresionó al entrar en el hospital. Aunque le habían explicado que la abuelita estaba mala, al verla rodeada de cables pensó que parecía uno de esos robots que salían en los tebeos de superhéroes.
¿Heroína? Mamá decía que la yaya fue capaz de sacar adelante a tres niñas-el abuelo murió joven, en la guerra-, llevando una vida de abnegada dedicación, desvelo y sufrimiento callado con un único objetivo: que sus hijos tuvieran una vida mejor que la suya.
Con el eco de aquellas palabras en la cabeza, Emilio cogió su cómic de Superman y, tras escribir algo en la portada, lo dejó en el regazo de su abuela.

“PARA LA ABUELA. PORQUE HAY SUPERHÉROES QUE NO LLEVAN CAPA”.

(371) Y al final ella consiguió llorar


Lágrimas ardientes se derramaban sobre sus manos dejando círculos de fuego. Su malherido corazón latía con fuerza. Notaba las heridas mal cicatrizadas pulsar con violencia. El recuerdo de un millón de puños sobre su piel. Amor vacío le pesaba en las manos. Decidió que no más y arrojó al suelo su miedo e inseguridad. Sonó como cristales rotos. Él se asustó y susurró el te quiero menos convincente de la historia, tratando de retenerla, de manipularla. Pero ella era más fuerte. Se alejó haciendo resonar sus tacones y él la observó con incredulidad atravesar el umbral de la puerta. No creyó que fuera capaz. De pronto se sintió débil, insignificante sin ella. Pero ya era demasiado tarde. Se había ido.

(370) Gustavo Llora


Gustavo llora desconsoladamente. Está soltero y se acaba de enterar que está embarazado. De la madre de la criatura que lleva en sus entrañas solo tiene un recuerdo: unos vaqueros raídos y sucios que encontró una mañana en el pasillo de su casa.

            Gustavo llora porque no sabe qué decirle a sus padres, a sus hermanos, a sus amigos… Le preocupa su trabajo y piensa que no dirá nada, que ya se encargará de avisar su barriga. Le angustia pensar cómo criar a un niño estando solo, sin ningún tipo de experiencia, sin quererlo.

            Pero puede, y lo cría. Un niño que nació de su padre. Porque su padre es su madre… ¿Puede un niño ser más afortunado?

(369) Yo, Bombero


Acabó el día cansada, derrotada y tremendamente triste. El incendio había provocado la muerte de un matrimonio y la casa había quedado totalmente calcinada. Sin embargo, un sentimiento contradictorio de orgullo le vino a su mente, pues ella, la primera mujer bombero de su ciudad, había salvado a dos niños de 7 y 10 años.
Cogió el teléfono con la intención de llamar a su padre y contarle lo sucedido. Él era un bombero retirado y siempre le decía que cuando no pudiese levantar una viga y, por su culpa, alguien muriese,  se daría cuenta de que ser bombero no era un trabajo para una mujer. Pero no llamó, los hechos ya habían hablado.

(368) La pintora y el escultor


Regresó el Escultor de su jornada de cincel, las manos magulladas y el cuerpo exhausto, y dejó su obra sobre la mesa junto al caballete donde la Pintora se divertía salpicando el lienzo de colores. La mujer contempló como el hombre mostraba su trofeo con cierta arrogancia pero sin perder la sutil actitud de respeto con que siempre la trataba. Frente al poder de destrucción y creación del Escultor, la Pintora poseía un poder de alegría y viveza que a él le sobrecogía. Sonrío la mujer al mirarle, acarició sus ásperos cabellos y decidió hacerle un regalo: durante el resto del día y hasta que el sol se ocultara, le dejaría creer que era el amo del mundo.

(367) Carga a 200…apartad… ¡fuera!


Ocúpate de tu casa y de tu futuro marido, decía su abuela. Hazte peluquera que siempre tienen trabajo, le recordaba su madre. Métete a camarera, que siempre habrá alguien que ahogue sus penas en un bar, murmuraba su tío. No entrenes para competir porque el deporte femenino está olvidado en este país, importunaba su padre. Pero Ana nunca hizo caso a las opiniones de los demás y formó la suya propia: Conviértete en lo que ames y hazles cambiar de parecer. Tras muchos años y esfuerzo, a base de bisturí y desfibrilador, consiguió hacer de la medicina su vida y realizar una cirugía radical a las mentes aun ancladas en el pasado que la rodeaban.

(366) Y por qué no


Elisa siempre pensó que detrás de cada gran hombre no había una gran mujer, sino que ambos se complementaban en la misma medida, que nadie tiene que estar por delante de otro y menos cuando el criterio distintivo es un cromosoma. Que las mujeres pueden enfermar igual que los hombres, y que de hecho, han estado siglos sufriendo las dolencias de una enfermedad crónica y degenerativa como es la discriminación, el machismo. Aun así se han repuesto, y quizás las fuerzas que han tomado para superar las barreras impuestas son las que las hacen perfectamente competentes, y por qué no, incluso mejor preparadas para según qué funciones en la sociedad. Para todos es igual, respetar.

(365) Adiós


Me hiciste morir cada vez que no pensaste en mí, que silenciaste mis besos en otros labios, que me amaste en otros cuerpos, que olvidaste mi nombre al recitar otros versos.
Me arrancaste el alma cuando ignoraste las veces que, sin herirte, me arrodillé ante ti para evitar tu ira. Cuando respondí con el silencio a tus golpes. Cuando oculté el dolor de tu desprecio marcado en mi piel.
Por eso, ahora, aferrada a unos ojos extraños que me miran con ternura, a pesar de que acabas de matarme, por fin me siento libre.

(364) Orgullosa de ser mujer


Aún me pregunto cómo lo hiciste. En los años veinte, cuando aún la mujer no era más que alguien que acompañaba a su marido allá donde él quisiese ir, haciendo sólo lo que él le permitiese hacer. Apartaste de tu vida a quien no te aportaba nada aún sintiendo que siempre sería el amor de tu vida; trabajaste día y noche para hacer de tus tres hijas mujeres valientes y libres; colmaste con todo tu amor a los que tenemos la suerte de ser tus nietos; marcaste un antes y un después en el mundo...
            Gracias a ti me siento orgullosa de ser parte de la persona más valerosa del Universo, me siento orgullosa de ser mujer.

(363) Ponte en mi lugar


Hay tópicos que siguen sonado y resultando tan familiares como hace años. El que una madre quiera educar a sus hijas en  tareas del hogar mientras sus hijos, los que tanto necesitaron para nacer y crecer, de ella, se encuentran mal sentados en el sofá, no es nada raro.
     Sus hermanas no podían comprender porque su madre les dejaba estar así mientras ellas se rompían las uñas fregando de rodillas.
     Una de ellas se reveló, tomando el mando de la casa y haciendo que sus hermanos participaran en las tareas del hogar.
     A la mañana siguiente todos valoraron tanto el trabajo de las chicas, que su comportamiento era distinto, solo hizo falta estar en su lugar unas horas.

(362) La casa del páramo


En el páramo hay una sola casa.
Un hombre y un mujer discuten,de ella nacerá un hijo que vivirá en la casa del páramo.
Sus otros hijos juegan con un perro en el páramo, junto a la casa.
La mujer pare una niña muy pequeña, el hombre  pasa todo el día lejos de la casa del páramo, trabajando.
La comida no es suficiente para la madre y su leche tampoco lo es para su hija.
Fue el hombre quien enterró a la niña a pocos metros de la casa del páramo.
El perro escarba la tierra buscando el cadáver.

(361) Una mujer liberada


Amanecía. Fluyendo por la estancia el aura de Peonia me encontré con Adán.  Iba desnudo como yo por la avenida de la playa.
Ya había experimentado estos momentos de éxtasis lúdico cuando experimentado mi libertad e igualdad
con el hombre, yo era Eva. En un jardín de paraísos.

(360) Un principio nuevo


Le toco. No sabía la suerte que había tenido. Nunca pensó que podía ocurrir, pero le toco el primer premio de la lotería primitiva. No se lo podía creer. Nunca le había tocado nada en la vida. Bueno, realmente mentía, si le había tocado. Ahora era ama de casa, esposa, madre, hermana e hija. Nunca imagino este momento después de llevar trabajando 12 años, pero había llegado de la noche a la mañana en este momento de crisis. No lo llevaba mal, pero había días que estaba agotada. Disfrutaba cada uno de los momentos del día porque no sabía lo que depararía el mañana. Por fin podría disfrutar un poco más, preocuparse un poco menos. Le había tocado la primitiva.

(359) Sin precio


-“[…]Efectivamente, sus condiciones laborales se han resentido tras la fusión. Pero ambos conocemos el valor de un trabajo fijo hoy en día[…]”

  Ella le sostenía la mirada que él ocultaba tras las gafas de sol, absurdas en la penumbra del Despacho.

-“Además, entre tú y yo, ¿A dónde va a ir una mujer sola, con hijos en paro y  cincuenta años? Anda, no hagas tonterías”.

 La mujer consideró la contundencia de los argumentos.
 Y girando 180 grados sobre su tacón izquierdo, salió del palacete.
 Sin titubeos. Sin mirar atrás. Sin indemnización. Sin derecho a paro.

 El tímido sol invernal le parecía insólitamente brillante. Lo era; casi tanto como la amplia sonrisa que resplandecía en su rostro y en su corazón.


(358) Su primera vez

Al despertar y sentirse mujer, presa de sus miedos, sonrió.

(357) Piel y esparto. Lana y seda


La igualdad tan esquiva; un todo qué la aleja; a pesar…manantial, torrente incontenible.
De tanto quererla, tanto, sueños, dudas, versos, prosas, realidad y vida.
Muy lejana, una lira acompaña un sentimiento a la espera de la vibración final, unidos alma y cuerpo.
Atardece la igualdad cual jazmín perfume; brisa de vega y mar; olor a todo; tierra y aire. Me/nos falta algo.
¿Cómo entender la vida, destruida tan al alba? Y cual crepúsculo de sensaciones, una pluma perdida, contempla y calla hiriente realidad, sin luchar por ella.
Ayunos de amor, días y tardes para encontrarla. Él y ella, ella y él,  no ponen las diferencias. Por qué fue solo amor. Con el amor, la igualdad  tan extrañada, abrió sus puertas… 

(356) Ser mujer hoy


Ser Hombre o mujer debe ser lo mismo,  SER MUJER HOY es aquella que sin olvidar que hace menos de 40 años en España no podían tener una propiedad, ni conducir un coche, ni dinero ni libertad, ni pensar ni opinar, no menosprecian  sus derechos, ya no son yeguas de cría como antaño , deciden cuando tener descendencia, en el momento que pudimos decidir fue cuando realmente avanzamos como seres individuales, ahora somos capaces de amar sin tildes ni restricciones, una mujer es capaz de dirigir un país o un ejército siempre que ella quiera, tiene la capacidad y la fuerza de voluntad de decidir que puede  anteponer  a sus necesidades sus aspiraciones  profesionales o de la índole que sean. 

(355) Tienes suerte


"Eres el principio, el inicio, el clímax, la vida, el paño de lágrimas, la guardiana, la senda, las noches en vela, el sustento, la mano que acaricia y consuela, el día a día, la que renuncia a sus sueños y la que consigue lo que se propone, la que se hunde y la que se ve recompensada, eres todo durante unos años y después lo sigues siendo en la sombra, eres feliz y desgraciada, eres hermosa seas como seas, estas sola y rodeada, eres la contradicción y la solución.....tienes suerte, eres mujer ¿ que más se puede pedir?"

(354) La mujer

A una mujer puedes decirle que la amas;puedes decirle que deseas pasar el resto de tu vida a su lado;pero si no
 
le demuestras que sus opiniones son tan a tener en cuenta como las tuyas;que su trabajo es tan digno como el tu-
 
yo;que tu consideración hacia ella es tal como te consideras a tí mismo;dudo que la ames,ni que algún día llegues 
 
a amarla.Pues el verdadero  amor parte de la premisa de que todas las personas somos igual de dignas.

(353) La recompensa


Eva se dirige hacia la sala de reuniones con un nudo en el estómago, ninguna de las técnicas de relajación que sabe le ha ayudado hasta el momento. Entra y mira a su alrededor: corbata, corbata, corbata… Esto va a ser más difícil de lo que pensaba –piensa para sí. Sus tacones resuenan en la habitación mientras se acerca a la única silla vacía en la sala, la que queda junto al proyector. Conecta su ordenador y comienza con la presentación. A medida que avanza en la exposición los latidos de su corazón aminoran el ritmo, empieza a tener la situación bajo control. Al terminar sólo obtiene una respuesta: el silencio. Eva está sonriendo.

(352) La socorrista


   Aprendió a nadar antes que a andar. Siempre estuvo a gusto en el líquido elemento, tanto, que cuando creció, decidió hacerse socorrista.
   Aunque era la mejor, no ganaba lo mismo que sus compañeros, pero como le gustaba mucho su trabajo, nunca protestó.
   Un día de mar furioso, se lanzó al agua heroicamente para rescatar a una persona que curiosamente, había sido la encargada de establecer los sueldos de los socorristas. Cuando éste supo que le había salvado la vida una mujer, se dio cuenta de la injusticia tan grande que había cometido. Dejó su cargo avergonzado, no sin antes equiparar los sueldos de hombres y mujeres, entendiendo al fin que ambos eran igualmente válidos. 

(351) Decálogo para ser feliz


Dime si lo hago bien; también si lo hago mal.

Háblame de tus preocupaciones; yo te contaré las mías.

No permitas que me hieran; yo tampoco toleraré que te hagan daño.

Sonríe, llora, grita... ¡haz lo que te apetezca!

Sueña; si lo deseas, puedo participar en esa fantasía.

Camina hacia adelante. Cuando quieras, puedes regresar, torcer, cambiar el rumbo...

Comparte. Siempre hay alguien al que puedes hacer muy feliz.

La palabra “NO” puede formar parte de tu vocabulario.

Un mínimo gesto puede cambiar el mundo; por lo menos el tuyo.

Sé tú misma... ¡me encantas! (y si no fuera así, peor para mí).


(350) La mujer


La vio cruzar la calle en rojo, taconeando con prisas sobre las rayas blancas del paso de peatones. Su atuendo iba a conjunto con la infracción: zapatos rojos, gabardina roja, paraguas rojo. Cuando él le dio una pitada, ella giró la cabeza en su dirección y estiró sus labios rojos con una sonrisa enigmática.

El conductor dudó unos segundos si interpelarla. Llevaba mucho tiempo solo. Su anterior pareja le había dejado hacía casi dos años y, desde entonces, su apartamento era una cochambre.

Fue entonces cuando recapacitó, regañándose a sí mismo. Pisó el embrague y continuó su ruta sin desviar la mirada. Había sido incapaz de imaginarse a la mujer de rojo con las bolsas de la compra. 

(349) Adiós sin el corazón


Cuando a Eva se le acabaron las lágrimas decidió poner fin a su matrimonio. Con la cabeza alta y el paso decidido, se dirigió al dormitorio, abrió el falso cajón junto a la cama de matrimonio, empuñó la pistola, y sin vacilar enfiló hacia el salón. Se situó a menos de un metro, y sin pestañear descerrajó un único, certero e inapelable disparo entre pleno corazón. Era el último favor que le hacía a su marido. “A fin de cuentas un cuadro con una historia detrás se vende mejor, que se lo digan a Cela y a su Miró rasgado”. Dejó el arma aún humeante y se marchó con lo puesto. Para el viaje de la libertad no necesitaba alforjas.

(348) La escalera


Él,
tragó saliva, y la sintió bajar por su garganta como si de esparto se tratase. Miró al  cielo, fantaseando con una cuerda por que la subir y escaparse. Paseó el dorso de la mano por su frente, para impedir que el sudor le llenase los párpados, y así, no se mezclase con las lágrimas de las viejas eras. Buscó esa mirada inevitable.
Ella,
estaba al otro lado de sus ojos, tras siglos de desentendimiento y miedos, y se materializó, por fin, como el gemelo larguero natural, que en paralelo a él, impávidamente, sostendría cada travesaño de la escalera, la misma que, paso a paso, les alcanzaba sus sueños, alejándoles de la oscuridad.

(347) Excedencia


Desde que dejo el trabajo en aquel periódico, hacía poco más de un año, se dedicaba a jornada completa a ella. Uno de los dos tenía que hacerlo. El maravilloso motivo se llamaba Eva. Ahí entre sus brazos sentía una dicha inigualable. Podía estar horas y horas así acompasando su respiración  con la suya. Simplemente mirándola, sintiéndola, envolviéndola y acurrucándola con su amor. ¡Qué maravillosa sensación! Oyó la puerta que se abría. El bebé dio un ligero respingo y abrió un momento los ojos sintiendo la presencia que llegaba. - Es mamá - le dijo suavemente - que ya ha terminado de trabajar.

(346) Aesido


Penélope avanzaba segura hasta detenerle, con medio gesto se envolvía de su pierna y la lanzaba de nuevo. Le gustaba cuando él rozaba la parte de atrás de su rodilla. Ulises esperaba lo necesario, hasta verla sonreír de reojo. Bailaban en la plaza los domingos rodeados por la gente del pueblo. Ya no eran unos desconocidos, había pasado casi un año desde su llegada, pero los vecinos seguían hablando. Las mujeres miraban a Penélope sin esconder asombro u ofensa. Nunca dejaba indiferente. Lo habían comentado con familiares, con el alcalde, con el cura. Cierto es que sabían poco, pero si de algo estaban seguras era de que en el Tango siempre es el hombre el que lleva a la mujer.

(345) La venganza


Ella encargó un retrato de su agraciado esposo, al que un tiempo después por venganza emparedó vivo. La hacienda de la Coronela guardó el secreto del alma errante. Hasta hoy.

(344) El comienzo de una vida


Mariana tiene setenta años y hace una semana que se ha quedado viuda. Este fatídico hecho no ha sido otra cosa que un respiro para ella, que ha pasado media vida a la sombra de su marido siendo víctima de un continuo maltrato psicológico.
No se ha vestido de negro, algo muy criticado en el pueblo pero indiferente para ella, que ha decidido empezar a vivir de verdad y llenar de luz el rostro que estos años atrás se había apagado.
Ahora se sienta en el bar de la plaza con Cecilia, la única amiga que conserva, a tomar vermut y reír recordando anécdotas de cuando eran niñas. Mariana no está de luto porque su vida acaba de comenzar.

(343) Ellos también te ayudan


Con tan solo 5 años tuve mis primeros contactos con personas con discapacidad,  mi reacción no era otra sino indiferencia antes sus miradas. Realmente no entendía sus expresiones.
Mi relación con ellos no fue a mejor, veía como a mi compañera se le caía la saliva y mi compañero era pasivo a lo que ocurría alrededor de él.
Sin embargo años después empecé a trabajar en deporte adaptado a discapacitados y me volví a encontrar con ellos, yo me dedicaba a ayudarles. Descubrí en ellos algo que no me había dado cuenta antes, sus miradas expresaban más de lo que pensaba, y su afecto era verdadero y desinteresado.
Gracias a ellas/os tengo empleo y humanidad.

(342) Pájaros en la cabeza.


- Mariana   ¿qué te gustaría estudiar?
- Señorita yo no voy a estudiar nada, cuando termine este año ya me pongo a trabajar.
- Eres muy buena estudiante, podrías hacer cualquier cosa.
- Mi padre me ha dicho que me pongo a trabajar.
La profesora le habló al padre de la posibilidad de becas, de la capacidad mental y de trabajo de Mariana.
- No le llene la cabeza de pájaros, ella  ya sabe todo lo que necesita saber. Se pondrá a trabajar. Nosotros no somos señoritos.
Al día siguiente Mariana llegó a clase con un brazo en cabestrillo, un corazón sin ilusiones y la determinación de tener una hija para empujarla como el viento.

(341) Mujeres


Las mujeres eran las personas del Universo menos valoradas en los siglos pasados.
Hoy en día, gracias a Dios, en esta sociedad ya nos ven de otra manera, incluso los más machistas ya no nos ponen en malas lenguas si vamos a tomar un café, si fumamos, si vamos al bingo, si salimos de fiesta con las amigas por la noche o a ver un striptease o a cualquier otro evento… ¡Por fin, ahora tenemos más igualdad!

(340) El porqué de una realidad


Te sientes sola siendo muy pequeña, solo porque un puñado de niños sin ningún tipo de educación ni escrúpulos se enseña contigo, lo peor de todo es que no existe ni motivo ni razón para que lo hagan, supongo que únicamente interviene la envidia. Cada día es peor que el anterior;  insultos, vejaciones, amenazas hasta llegar los golpes. Pero aunque en ese momento no lo veas, todo acaba con ayuda de los que más te quieren, los tuyos. Así terminas por ver la luz al final del túnel. Es entonces cuando comienzas a ver quien merece la pena y quien de verdad compone tu vida. Gracias a ellos, mi familia y sobre todo mi madre. Amiga, confidente, hermana. Mi todo.

(339) En mi recuerdo


Aún recuerdo aquellos momentos de tensión, mi corazón golpeando fuertemente contra mi torso, sin poder articular palabra, el miedo apoderándose de mí. Tu cuerpo contra el mío, protegiéndome de aquella bestia que te golpeaba sin cesar, una y otra vez, sin inmutarse ante tus desperanzados gritos que hacían eco en la nada. Aún recuerdo como tu rostro cambiaba, ensangrentado, olvidando el dolor, dibujando una leve sonrisa que intentaba hacerme encontrar un consuelo que en esos momentos se me hacía imposible. Aún recuerdo, abandonándome a mi suerte a tu pesar, haciéndome de guía desde el más allá. Hoy con fuerzas suficientes, habiendo consumado mi ansiada venganza, te imagino de nuevo conmigo, llena de vida… mama.