Las arrugas de su rostro son como un mapa. En la frente puedo leer el esfuerzo y el sufrimiento de su infancia, el sonido de las bombas y la enfermedad de sus padres. A lado y lado de los ojos dos finas líneas me dicen que sabe observar además de ver. Y los pliegues que encuadran sus labios agrietados revelan un pasado, un presente y un futuro donde ella se esfuerza en sonreír. Porque sabe hacerlo a pesar del dolor, de los malos recuerdos y de los corazones rotos, de los sueños que nunca se cumplieron y las promesas vacías; así es el corazón de una mujer, late aunque esté herido de muerte. Así luchan. Así ganan.
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