Concurso patrocinado por el Hotel Mar Menor de Santiago de la Ribera

viernes, 22 de febrero de 2013

(245) La otra

Cuando recibió la última bofetada de Marcos y él se marchó, Inés, con las agallas reveladas, decidió acabar con ella.
Se dirigió hasta el baño, y examinando la apariencia de la mujer enmohecida reflejada en  el espejo, apretó los labios magullados. Observó la máscara borrosa que se refugiaba tras su delantal salpicado de decepciones.
Suspiraba en el mismo momento en que un taciturno lamento salado acariciaba el rostro de una dignidad arrinconada, y sin más, golpeó el espejo, sacrificándola dulcemente.
 Al cerrar la puerta, lo único que dejó para él fue una nota firmada con la sangre de sus sueños:
 “Tuve que matarla, para ser capaz de amarme”.
Sólo entonces, desde lejos, Inés comenzó a reír y él, a llorar.


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