Sería un viaje
largo y difícil. Pero los postulantes eran muchos. Sin embargo, la decisión
estaba tomada: solo se arriesgaría un par de vidas. Durante los espesos meses
de entrenamiento, una indispensable cortesía permitió convivir entre tanta
competencia. Finalmente, la dirección aprobó cuatro candidatos. «Sois igual de
válidos», explicó el director del proyecto, «y vosotros escogeréis a los
elegidos». Los cuatro se miraron. Alguien dijo: «echémoslo a suertes». «Mejor
una prueba de resistencia», respondió otra voz. «No, una carrera», se oyó. «Me
parece bien la carrera», sentenció el último, «entre nosotros tres. Es lo
lógico en un salto a lo desconocido como este». Y en el primer viaje tripulado
a Marte, los astronautas fueron un hombre y una mujer.
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