El contraluz violeta de tu mirada
se clava en el teleobjetivo de mi alma. Quién pudiera adentrarse en la
profundidad de campo de tu lente y filtrarla en rojo y perderse en la distancia
focal de tu diafragma.
Soy micrófono cardioide en busca
de tu reverberación, quién fuera omnidireccional para captar tu todo. Fundir mi
eco con tu impedancia y tender un cable, largo como el mar, conectado por Jack
a tu mesa de mezcas; apropiándome del ecualizador de tus labios; fundiéndome en
el master de tu disco duro y creando la más bella melodía que jamás se haya
oído.