Hoy, por primera
vez desde hace mucho tiempo, ha tenido el valor de mirarse en el espejo y ni
siquiera se ha reconocido a sí misma. A parte de su deteriorado rostro, lo que
más le ha asustado ha sido su propia mirada: ausente, sin brillo, sin ilusión,
sin ánimo, con miedo. En su cuerpo se puede leer su biografía, todavía conserva
cicatrices de la primera pelea y moratones de la última. Sin embargo, nada se
puede comparar con las heridas internas, ésas sí que dejan huella.
Hoy, ha decidido
convertirse en una superheroína, luchar por sí misma, pero sobre todo, por el
futuro de esa personita que está
creciendo en su interior. Su superpoder infalible: amor de madre
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