“ArcoIris, SL” era una empresa puntera en marketing y nuevas tecnologías. Su filosofía corporativa era que cada empleado contaba; lo que evidenciaba su web con fotos de todo el equipo.
Pero cuando la jornada laboral acababa, llegaba el momento de una tarea que el resto conocía aunque nunca consideraba. La labor de una persona invisible para los creativos que ocupaban aquellos despachos, inexistente también para la Seguridad Social y el Ministerio de Trabajo.
Jacinte Ndongo había entrado ilegalmente en Ceuta siete años atrás, y todavía no tenía papeles. Además, le preocupaban problemas más acuciantes: un alquiler, cinco hijos que alimentar y un novio que no le convenía.
Su vida era lucha y lo seguiría siendo. A solas, en la sombra.
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