La observa por entre el enrejado de la ventana hasta que desaparece, perdiéndose tras una esquina.
Es su rutina diaria: cada mañana ella entra en su habitación para despedirse, mientras aún sigue durmiendo. Siempre la despierta, pero se hace la dormida, y cuando oye la puerta de la calle cerrarse se levanta corriendo y se asoma, para despedirla también, aunque sea en silencio.
Está orgullosa de ella, a pesar de no estar segura de lo que significa eso. Papá le dice que debe estarlo, y si él lo dice, es porque ella lo merece.
No la ve en todo el día, así que espera ansiosa a que regrese para darle un beso de buenas noches, antes de irse a dormir.
Es su rutina diaria: cada mañana ella entra en su habitación para despedirse, mientras aún sigue durmiendo. Siempre la despierta, pero se hace la dormida, y cuando oye la puerta de la calle cerrarse se levanta corriendo y se asoma, para despedirla también, aunque sea en silencio.
Está orgullosa de ella, a pesar de no estar segura de lo que significa eso. Papá le dice que debe estarlo, y si él lo dice, es porque ella lo merece.
No la ve en todo el día, así que espera ansiosa a que regrese para darle un beso de buenas noches, antes de irse a dormir.
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