El doctor receta para su depresión unos sobres de sueños, advirtiéndole que es ella quien debe rotularlos. Cada tarde, sentada con su marido, escribe: una casa grande, que María apruebe derecho, tener nietos... Vierte al zumo y revuelve las partículas oníricas, que forman una espiral efervescente y se disuelven. Bebe despacio, a sorbos, esperando que una lucecita de entusiasmo alumbre su mirada. Pero no mejora. Un día su marido duerme la siesta y se enfrenta dubitativa al sobre en blanco, intentando recordar la última vez que soñó sola. Al fin escribe con letra temblorosa: "ser capitán de barco", y bebe el sueño. Tras seleccionar cuidadosamente la tripulación, leva anclas e iza velas en su propio mar, bajo un nuevo cielo.
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