No te odio, aunque creo que no te quiero como antes.
Mírate, ahí tumbado en el sofá mientras me parto la espalda planchando. Y luego, cuando te acabes la cerveza, me preguntarás por qué no está la cena, y te pondrás a dar gritos como un loco y a insultarme, como tantas otras veces.
No, no te odio, pero he dejado de quererte.
Nunca comprendiste que éramos dos en este viaje, que compramos billetes de la misma clase y nuestro destino era el mismo.
Y ahora que eres un desconocido para mí, me bajo de este tren. Sé que ahí fuera existe un mundo lleno de oportunidades para mí.
Necesito sentirme mujer otra vez. Una mujer libre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario