Adán y Eva disfrutan en el Jardín del Edén. Recorren complacidos los árboles del huerto. Sentado a los pies de uno de ellos, Adán invita a Eva a degustar el fruto escogido que sitúa entre sus piernas. Siguiendo el juego, Eva, divertida, lo lleva bajo un manzano y le pide que pruebe también la fruta con forma de corazón que ella coloca entre sus muslos. El atrevimiento por parte de Eva de gozar igual que lo hizo momentos antes Adán, les acarrea la expulsión del Paraíso. La serpiente, al verse fuera del banquete, verde de celos maldice a Eva: “parirás con dolor”.
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