Amigo, necesito hablarte. Necesito saber que a pesar de todo sigues ahí. Quiero que mis plegarias, ruegos y lloros sean escuchados.
He de confesarte que hacía tiempo que no lloraba como hoy, no lloro por mí. Es por ella. Veo en sus ojos el dolor y en su cuerpo las heridas.
Dime, ¿qué puedo hacer? Me siento sola, estoy asustada de los dragones que salen de mi alma y está inundada de rabia, una rabia arrolladora, descontrolada.
Siento la soledad detrás de mí y me da miedo que se acerque más pero no quiero que llegue a ella. A ella no, por favor.
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