Aquella castiza realidad que se personificaba en su atmósfera liberada le producía tal ensoñación que ni siquiera la más rocambolesca historia le hacia entrar en cordura.
Su bestial sensación de vivir junto a un bastardo con ojos de caramelo en parte le hacía ilusión; mas cuando escuchaba el cántico aquel que la dejaba patidifusa mirando al cielo, y escuchando el estruendoso soniquete de su altibajo interior; quería parar el vuelo. Sin embargo, sabía que la caída sería catastrófica y no tenía el suficiente valor para romper aquella realidad que como mamá su conciencia le dictaba. Así que decidió; y desarropó su estandarte de mujer con amor.
A MI NIÑA INTERIOR
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