Concurso patrocinado por el Hotel Mar Menor de Santiago de la Ribera

viernes, 15 de febrero de 2013

(112) ALMA DE SAL

Ese olor a salitre tenía una dueña: Sara, la del café de la escollera. Como las musas de las antiguas coplas, la mujer tenía la voz serrada por litros de aguardiente amontonados  y el cuerpo invitador de un cobijo generoso.

Dicen las comadres que en el cuarto de atrás de la vieja taberna, Sara curaba las penas de algunas sombras de paso, disipando entre chanzas soeces y caricias furtivas, parte de su abandono callado.

Dicen los pescadores que, algunas noches solitarias, consolaban las horas muertas contemplando desde sus barcazas algunas hebras de su pelo negro bailar como culebrillas en la ventana.

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