“Pues, para ser analfabeta, no lo he hecho tan mal”, dice mi madre, con cara de orgullo y sonrisa irónica, sentada en el sofá. ¿Es que no hemos sabido demostrarle lo orgullosos que estamos de ella, y por eso no para de auto repetírselo en voz alta? Si es así, nos merecemos lo peor, porque tiene razón, no sólo no lo ha hecho tan mal, sino que lo ha hecho genial. Ella fue emigrante, criada, portera y ama de casa pero, a la vez, fue hija, hermana, esposa y madre. Trabajó duro para ayudar a su familia, creó la suya propia y nos alentó a estudiar y a trabajar ¡No se puede hacer mejor! Eres insuperable, mamá.
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