Dices que no podrás venir. Viajas a Ámsterdam con ella. Cierro los ojos para no imaginar.
─ ¿Dime que quieres que te traiga? ─ escribes.
Guárdate las flores para ella. Tráeme una sonrisa de alguna prostituta del barrio rojo que no esté rota como yo. El olor de los canales al amanecer. Alguna canción extranjera que surja de vinos amables. El sonido de una bicicleta anónima sin ruedas cansadas. Caricias silentes de complicidad. Tu deseo en estado puro. Regresa a mí anhelante y lleno de curiosidad.
Cuando esté sola, recordaré tu boca antes de acostarme, por si en sueños me besaran tus labios. Tráeme tu vida en una noche para morirme dentro de la feliz coincidencia.
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