Concurso patrocinado por el Hotel Mar Menor de Santiago de la Ribera

martes, 5 de febrero de 2013

(47) Ella

Nunca dejaba de sorprenderle. Por las mañanas, irradiaba una luz que transmitía fuerza. Por las tardes, tras ocho horas de trabajo, volvía a casa con la mirada cansada, pero firme.
Cantaba cuando tendía la ropa, cuando fregaba, cuando limpiaba la casa y cuando acunaba el sueño de su hijo.
Ella tenía un espíritu invencible, capaz de asumir la  terrible enfermedad de un marido que requería de continuos cuidados, capaz de sustentar la familia, capaz de tener el ánimo suficiente para infundir esperanza a los suyos.
Él sabía que aunque nunca dejase de sorprenderle, jamás reuniría el valor suficiente para  decirle cuánto la admiraba y con cuánta pasión  la amaba, porque ella era, la esposa de su mejor amigo.

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