Sobrevivirá, pequeña. Es un milagro.
Un par de manos sujetaron su cintura y Clara se quedó atrapada frente al espejo. En el escaparate tan sólo se distinguía una sombra desenfocada y oscura tras su espalda.
Un agujero negro.
Volverá a casa en dos semanas.
El rostro destrozado de su madre apareció reflejado en el vidrio. Trató de imaginárselo. Parecía imposible.
Esta vez todo será distinto.
Pero Clara no le escuchaba.
La oscuridad del cristal lo devoraba todo.
Escapó de los brazos de su padre y corrió asustada todo cuanto pudo. Escuchó los gritos que trataban de alcanzarla, invocando su nombre entre súplicas y balbuceos. Pero no les hizo caso. No pararía de correr hasta encontrarse lejos del miedo.
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