Invisible para todos, contempló cómo se levantaba antes dejando todo hecho, despertando con dulzura a sus hijos y prodigando atenciones hasta dejarlos en sus escuelas.
La siguió a su trabajo donde, afanosa, atendía, y solucionaba todo con una sonrisa. Y el corazón le dolió.
Observó la carrera de ella para llegar hasta sus hijos, recogerlos, sacar tiempo para conversar y ayudar con los deberes mientras limpiaba y preparaba la cena de todos. Y el corazón lloró al verla que su día no acababa cuando todos se dormían.
Una lágrima cayó de su mejilla y una mano le acarició. Abrió los ojos y allí estaba su mujer.
- A partir de ahora, yo ayudaré.
No hay comentarios:
Publicar un comentario