Todo resultaba más fácil desde que se había ido, su piel recobraba el color perdido en unas zonas, en otras los moratones iban desapareciendo. Su pelo, antes seco y sin brillo, volvía ahora a coger esos matices rojizos que un día la habían dado tanta belleza. Poco a poco se arreglaba, mientras, sonaba una canción antigua en una radio acribillada por golpes y años. El timbre retumbó en la casa, ella se asustó, pero enseguida se recobró. –Ahora va- gritó, mientras, se acercaba a la puerta tatareando una vieja canción, esta vez no se percató de usar la mirilla, al abrir, un puñetazo la tiró dentro, después solo se oyó un portazo y golpes secos contra su cuerpo.
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