Dicen las malas lenguas que soy un galán, que cada noche enamoro a una dama. Algunos me tienen envidia otros, lástima. Quisiera enterrar al truhán que llevo dentro, los piropos y las adulaciones que expresan mis palabras, pues ella es víctima del antojo nocturno de este miserable de fácil palabra. Su tersa piel tiembla cuando rozo su figura, pues mi sangre dejará señales en forma de verso en su tez inmaculada. Mis letras grabo a fuego en su cuerpo, con la certeza de que por siempre seré suyo y ambos seremos un mismo cuerpo.
Siempre tuyo, yo el bolígrafo y tú la hoja de papel.
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