Estaba bebiendo tranquilamente mi copa, un old fashioned que deleitaba mis papilas gustativas. De repente un chico me empuja por la espalda y esperaba sus disculpas, pero no llegaron. Así que escuetamente le sugerí que fuera con cuidado.
Sin mediar palabra alguna el joven imberbe me empujó y nos enzarzamos en una pelea. El balance no pudo ser peor; dos costillas rotas, un diente menos y magulladuras en todo el cuerpo.
De camino al hospital, me acordaba del sabio consejo que me decía mi madre y por fin entendí: "formalidad poca, pero que dure"
Gracias mamá.
No hay comentarios:
Publicar un comentario