“Policía, bombero, astronauta…” Está harto de la dichosa pregunta sobre su futuro porque él sólo quiere jugar. Tiene celos de su hermana gemela a la que nadie molesta. Esta ingenua envidia se transforma pronto en incomprensión y, más tarde, en la adolescencia, fragua en un sentimiento de tristeza. Algunos días observa a su hermana para escrudiñar su cabeza y averiguar si, realmente, es feliz. Tiene la corazonada que algo no marcha bien, pero también razona que las chicas son tan raras que, quizá, a su hermana no le pasa nada. - “¿Por qué sonríes siempre?”- le interroga. “Es lo que esperan de mí” – ella contesta. Después de un breve silencio, añade: “Gracias por preguntar”-. Y sonríe.
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