Un hombre mayor me dijo: “Nunca llevo en el bolsillo monedas sueltas, de eso se encarga mi mujer” Le juzgué muy respetuoso con las leyes de su época. Pero después pensé que quizá careciera de habilidad para efectuar pequeñas sumas. Y que solo utilizaba a su esposa para esconder tal hecho. “¿Entonces a su mujer nunca le deja llevar billetes grandes?” Tuve dudas, pero la conversación se mantuvo por los cauces de la educación. “A ella le da igual, mientras tenga pa sus cosas…” Y lo dijo con la seguridad de que nadie podía conocer a su mujer mejor que él, acaso ni ella misma.
Nos despedimos amistosamente, como si ambos entendiéramos.
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