Justamente ayer, me reencontré con una de esas amigas, que permanecía en el baúl de mis recuerdos . Un encuentro casual que me hizo sentir algo muy hermoso. Solo bastó una mirada, para que sus ojos brillantes de un azul casi celeste, se abrieran de par en par y nos fundiéramos en un profundo abrazo. En apenas cinco minutos, descubrí una mujer nueva, que había superado la espiral del maltrato y que gritaba a los cuatro vientos lo feliz que era tras haber roto su relación. Después de diez años sin verla, descubrí a una madre de treinta y siete años alegre, hermosa y libre. Una mujer que había tomado la decisión más importante de su vida: volver a vivir.
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