Nació un siete de noviembre, asistida por un médico paternalista y desafortunado. Tal vez sea una de esas leyendas urbanas que al final son creídas por todos, pero cuentan que el galeno no tuvo otra ocurrencia que dirigirse al padre en los siguientes términos: “Lo siento mucho. Es una niña”. Aunque debió añadir: “Lo cual no obsta para que llegue a dominar polaco, ruso, alemán y francés, obtenga la licenciatura en Física con el número uno de su promoción y la de Matemáticas con el dos y le puedan conceder el Nobel de Física a los treintayséis y el de Química cinco años después”, lo que hubiese dejado, sin duda, más satisfecho al señor Curie.
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