Mujeres, extraordinarios seres que dais sentido a la vida desde su mismísimo origen, siempre os amaré por dejarme compartir junto a vosotras la extraordinaria experiencia de existir. Sin vosotras, la humanidad no hubiera vislumbrado su propia historia; sin vosotras, que tanto sufrimiento inmerecido arrastráis como pesada carga en tierras hostiles, la vida seria algo efímero, etéreo, algo que no merece la pena ser vivido. Somos iguales, en todos los sentidos: iguales en la pasión que estremece nuestros sentidos, iguales en la belleza de nuestros cuerpos cuando abrigan la última esperanza; iguales, pues aspiramos a la infinitud y no decaemos ante la mortalidad de los sueños.
En mi solitaria partida, mi postremo recuerdo será para vosotras…
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