Eres una inútil, desgraciada. Las palabras preferidas, mordidas conforme son expulsadas se acercan amenazantes, no vienen solas, las acompañan unas pisadas groseras de zapatillas gastadas. Ella retrocede en su intento inútil de evitar un resultado harto conocido, la pequeña huye despavorida y se encierra en su dormitorio, se encuclilla contra la puerta y se tapa los oídos, no quiere volver a vivir una capítulo más en una secuencia demasiado vívida, demasiado real.
Los golpes del combate televisado se acompasan a los que se suceden al otro lado de la salita. Aquellos son alternos, estos de aquí solo en una dirección, aquellos son repelidos o encajados, estos siempre aciertan en el rostro de Carmen, en los brazos de Carmen.
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