Imagina, por un instante, que cada mañana, al despertar, hallases doscientos
mil euros, impasibles sobre tu almohada y aguardando tu incorporación al nuevo
día. Así, sin hacer nada para ganarlos. Vuelve a imaginar, por si fuera poco,
que pudieses hacer uso de ese patrimonio a tu antojo… podrías gastarlo,
regalarlo, donarlo… Además, hicieses uso de ellos o no, serían repuestos al día
siguiente. Menudo chollo, ¿verdad?
Pero he de confesarte, ingenuo soñador, que cada año, al despertarte, no
encontrarás tal patrimonio; lo que todos los días encuentras son doscientos mil
mujeres más en el mundo, dispuestas a dar lo mejor de sí mismas. Eso sí que es
un tesoro.
Piensa bien, querido amigo iluso, cómo aprovechar tal riqueza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario