De vez en cuando la decadencia viste de etiqueta y
usa colonia cara que no disimula el olor a sudor.
Casi siempre se alza en medio de la noche, momento
álgido de las embestidas.
A veces, Andrea, cuando cierra los
ojos en un intento de evasión, repasa mentalmente los
lugares
en que ha sido feliz. Se pregunta por qué a
ninguno de esos hombres que huye de sí mismo buscando
un placer inmediato le interesa saber qué soñaba de niña
ni a qué se dedicará en cuanto pueda burlar al
destino con un corte de mangas. «Otro día más», piensa,
mientras sacude el alma y dibuja en el viento la
promesa de no perder jamás su dignidad.
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