Con tan solo 5 años tuve
mis primeros contactos con personas con discapacidad, mi reacción no era otra sino indiferencia antes
sus miradas. Realmente no entendía sus expresiones.
Mi relación con ellos no
fue a mejor, veía como a mi compañera se le caía la saliva y mi compañero era
pasivo a lo que ocurría alrededor de él.
Sin embargo años después
empecé a trabajar en deporte adaptado a discapacitados y me volví a encontrar con
ellos, yo me dedicaba a ayudarles. Descubrí en ellos algo que no me había dado
cuenta antes, sus miradas expresaban más de lo que pensaba, y su afecto era verdadero
y desinteresado.
Gracias a ellas/os tengo
empleo y humanidad.
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