Sus ojos miraban con ternura a los dos seres que
acababan de nacer. En ese momento fue consciente de que daría su vida porque
fueran felices, porque no carecieran de nada. Mientras se asían a su mano con
la fuerza que da la vida, su mente soñaba qué serían de mayores: ¿Apagarían
incendios?, ¿defenderían a inocentes?, ¿descubrirían alguna vacuna para la
humanidad?, tal vez fueran artistas o quizás inventaran un artilugio que
revolucionaría la sociedad. ¡Oh! ¿Quién sabe que haréis? les susurraba
dulcemente a los bebes, que escuchaban reconfortados. ¡Podréis ser tantas cosas!
Todo es posible. Pero lo más importante… lo más importante para ser feliz, es
que nunca perdáis la dignidad porque cualquier ser humano, hombre o mujer,
puede cambiar el mundo, únicamente tiene que creer en él mismo.
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