El ilustre danés, que pronto se quedaría para siempre en la memoria de todos, le venía diciendo, durante la peregrinación, que su sueño era repoblar las zonas rústicas.
Phoebe se sentía muy a gusto en su presencia y si a alguien no entendía, era a las mujeres.
Mientras recogía margaritas del camino, en ese preciso momento, comprendió que la cuestión era que no pertenecía a ese género. Que, seguramente, igual que todo lo que nos rodea, es un invento y que quizá lo único verdadero sea aquello que es natural, como la maternidad, eso es belleza.
La diferencia impuesta por la propia naturaleza de cada uno de nosotros es lo verdaderamente atrayente, por eso, todas las flores son bonitas, o cada copo de nieve.
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