La caridad bien entendida…
María se levantaba todas las mañanas antes del amanecer y disponía todo para cuando se levantasen los demás, trabajaba muy duro en casa y en la fábrica un día tras otro hasta que se iba a dormir agotada. Ésta era la única igualdad que conocía, la de todos los días de su vida. A pesar de ello nunca se quejaba, nunca se cansaba, volcaba en su trabajo el infinito amor que sentía por aquellos a los que ayudaba a vivir mejor sin esperar nada a cambio.
La mañana en la que María amaneció muerta todos se sintieron muy contrariados porque sobre el mantel de la mesa de la cocina nadie había preparado su desayuno.
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