UNA VIDA
Carla mira asomarse el sol por la ventana con el café recién hecho entre sus manos. Recuerda su infancia. A su madre enseñándole a cocinar y a coser para su futuro marido, los sermones de su padre diciéndole que las mujeres debían estar en casa. Recuerda cómo hizo la maleta y dejó todo atrás. Su primer trabajo de camarera, su posterior trabajo en la fábrica y después en la oficina. Sus primeros pantalones. Recuerda el nacimiento de sus tres hijos y el día en que, tras 65 años de sacrificio, se jubiló. Carla mira por la ventana, sosteniendo el café con las manos agrietadas de tanto trabajar y sonriendo, satisfecha, porque jamás dejó que nadie fuese dueño de su vida.
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