Mañana soleada, despiertan mis sentidos, la ducha aleja las quimeras nocturnas. Visto a los niños, me visto, preparo el desayuno. Corro hacia el colegio, el aula matinal espera a Marta y Javier. Voy al trabajo, cuarta planta. Entre papeles, me llaman-Marta ha enfermado-. Pido permiso, voy al médico y después pido a mi madre que la cuide hasta que en la oficina deje de sonar el teléfono.
Llegó a casa, preparo el almuerzo. Javier llega, escucho sus pasos. Tira la mochila, la dejo en su habitación. Suena el porterillo-¿Alonso?-Sí mi vida-. Sube, se planta frente al plato y suspirando asevera-¡estoy agotado!-, y pregunta,-¿qué tal tu día?-(mi respuesta, la reservo).-¡Estupendo cariño! Él sonríe satisfecho.
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